Patxi, el padre de Francisco Javier, aconsejado por una de las empleadas de su banco, invirtieron los 1.800 euros de la cuenta de su hijo en letras del Estado. Les aseguraron que podrían recuperar su dinero, pero cuando fueron a hacerlo descubrieron que no quedaba nada. "En Semana Santa nos llegó una carta en la que decía que teníamos el dinero invertido en preferentes o dubordinadas y ya no leí más", afirma el padre.
Tras preguntarle a la responsable del banco qué significaba aquello, la empleada consultó en el ordenador y le confirmó que no había ningún error y que, efectivamente, los 1.800 euros que su hijo tenía ahorrados eran obligaciones subordinadas. "Es como si me hubieran dado un puñetazo", recuerda Francisco Javier.