Aquel lunes Santo Josué llevaba a casa una mochila cargada de suspensos pero, a pesar de su rectitud, su padre le había levantado el castigo. Por eso, esa tarde de abril de 2006 el pequeño de 13 años propuso ir a casa de su amigo Rober a dorrmir.
Sobre las 4 de la tarde una vecina lo vio en la puerta de su casa de Dos Hermanas, en Sevilla. En su bolsillo, 30 euros. Su madre, Isabel marchó a trabajar convencida de que el niño estaba en casa de su amigo. Cuando a la mañana siguiente fue a buscarle y no lo encontró supo que comenzaba una pesadilla de la que aún no ha podido despertar.Era inexplicable, la casa de Rober estaba muy cerca. Preguntó a su amigo y éste le confirmó que Josué le había llamado para avisarle de que se retrasaría debido a que su padre le obligaba a ir con él a trabajar.
Isabel, haciendo memoria, recordó que aquella tarde Antonio, su marido, no le habló de que había estado con el niño. Ese día, Antonio estuvo fuera de casa unas 5 horas y regresó con una ropa distinta. Prendas de las que, según la madre, él mismo se deshizo. Sin dejar de sospechar de él, pero con el único objertvo de encontrar a su pequeño, Isabel inició una búsqueda sin descanso. Pero en esa tarea estaba prácticamente sola. Antonio, el padre se mostraba afligido ante las cámaras, pero según Isabel, cuando los focos se apagaban dormía a pierna suelta.
Pasada la Semana Santa los investigadores metieron mano al caso. Interrogaron a la madre que puso encima de la mesa episodios de malos tratos por parte de su marido. A los 13 días, un domingo por la mañana, Antonio dijo a su hijo mayor que iba a buscar a Josué. Nunca más regresó.
Han pasado más de 7 años y ni una sola pista de padre e hijo. Como si se los hubiera tragado la tierra. Las sospechas de que el padre estuviese detrás de la desaparición motivaron que hace 5 años el juez que lleva el caso dictara una orden de busca y captura para Antonio Monge por un presunto delito de homicidio. Es lo que opinan los investigadores, que el padre mató al menor y al sentirse acosado huyó y se suicidó.
Isabel cree que ese fue su error. Mostrar sus sospechas ante él. Hoy, reclama ayuda para que se siga investigando. Asegura que la clave está en su marido. Él tiene la llave para despejar la incógnita. Si dan con su paradero, darán con el de Josué