Proliferación de Fe
Una iglesia evangélica abre cada cuatro días: Madrid ya tiene el doble que católicas, y aceptan Bizum
Las cifras estremecen. Muchas, levantadas en antiguas naves industriales, comparten pared, techo e incluso sistema eléctrico con otras congregaciones. No es un fenómeno marginal, en apenas un lustro ya duplican a las católicas. Un mapa de fe en ebullición, financiado mayoritariamente por los propios fieles -algunos entregan el 10% de su sueldo- y con colas que rodean manzanas enteras cada fin de semana.

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La nueva capital espiritual de Europa
"España no es una excepción, es un ejemplo", advierte Luis Santamaría, experto en religiones. "El crecimiento es exponencial en todo el mundo". José Miguel Cuevas lo conecta directamente con la inmigración: "A más presencia latinoamericana, más desarrollo evangélico. Es proporcional". Madrid ya es epicentro. Barrios como Usera, Carabanchel o Vallecas concentran en una sola calle más templos evangélicos que bares abiertos un lunes.
Templos invisibles a simple vista
No son iglesias de campanario. Son naves. Locales discretos. Persianas azules. No hay cruces, sino palabras: Jesús Vive, Fuego de Dios, Iglesia La Vid. Nave tras nave, contiguas, sin separación ideológica ni acústica. A veces, al mismo tiempo, tres pastores distintos predicando a gritos a tres rebaños distintos separados por un tabique fino como un secreto.
Nos cruzamos con fieles a la salida:
—"Lees la Biblia, estudias, es otro conocimiento".
—"Somos los buscadores de Dios. Dios es vida —dicen— y lo demás, muerte".
El tabú de las cámaras
La mayoría nos cierran la puerta antes de sacar siquiera el trípode. "Las misas no se graban". Solo una nos deja pasar: La Vid. Interior luminoso. Sonido de concierto. Ritmo de estadio. Gritos, lágrimas, brazos al cielo. El pastor sube a la tarima ovacionado como una auténtica estrella del rock. Toda la sala vibra. No hay distancia. Hay trance.
El momento clave: la ofrenda
Se aceptan billetes, monedas, tarjeta… y también Bizum. Literalmente. Una voz lo repite tres veces. "El que da, recibe. El que entrega, recoge multiplicado". Más tarde sabremos que muchos donan el diezmo: el 10% exacto de todo lo que entra en casa. Algunos templos incluso se vinculan a negocios, gestorías, inmobiliarias del propio ecosistema.
Luis Santamaría matiza: "Hay comunidades evangélicas que hacen un bien inmenso. Ayudan, acogen, salvan vidas rotas". Y añade: "Pero hay otras que someten psicológicamente a sus miembros en nombre de Dios". Y es que algunas de estas congregaciones tienen un comportamiento muy similar al de una secta.
España ya no es la de ayer
4.500 templos repartidos por todo el país. Y creciendo. No es futuro: es presente. Las colas ya no son para entrar a una discoteca. Son para entrar a un culto. Y en esa fila hay trabajadores, enfermeras, estudiantes, familias enteras. Madrid, la capital económica, se ha convertido —sin darse cuenta— en la capital emocional de una nueva religiosidad.
Porque aquí ya no se predica el silencio.
Aquí se predican promesas en voz alta.
Y lo más inquietante es que cada vez más personas quieren escucharlas.
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