Ahorro energético
Del carbón a las 'casas pasivas': La cara y la cruz del ahorro energético
Los altos precios de la energía empujan a los españoles a buscar fórmulas de ahorro doméstico
Javier es carbonero. Un oficio en extinción pero que vuelve a darle faena. Quizá recuerde aquellos tiempos en que había una carbonería en cada calle de su barrio. Decenas de páginas de las guías de teléfonos se dedicaban a este oficio. Hoy no hay más de tres en la ciudad de Madrid. Javier nos cuenta que han surgido nuevos clientes en pueblos cercanos que han vuelto al carbón mineral para calentarse: “gente que ha comprado una estufa de hierro por Wallapop y ha vuelto a este mineral”. Es la consecuencia del precio de los combustibles más convencionales… y eso que el kilo de carbón cuesta un euro.
Susana paga lo mismo en energía en su nueva casa de 300 metros que en su viejo piso de 90
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Ahorrar energía se ha convertido en una obsesión. Otra cara de la moneda mucho más limpia llega de la mano de las “passivhaus”, un término alemán para certificar las “casas pasivas”, aquellas que rozan la perfección en eficiencia energética. Susana y Manuel vivían en un piso de 90 metros cuadrados y se han trasladado a un adosado de 300. Lo llamativo es que pagan prácticamente lo mismo en suministros. ¿Cómo lo han conseguido? Apunten estos conceptos: suelo radiante por aerotermia, recuperador de calor, ventanas con argón entre los cristales… Lo hacen por conciencia ecológica pero sobre todo, cómo no, por ahorrar. Aunque han invertido casi 20.000 euros en estos dispositivos, confían en amortizarlos a medio plazo. Eso sí, con las placas solares tendrán que esperar. Es tal la demanda, que aún no saben cuándo llegará el instalador.