'SOLD OUT'
La bandera palestina se convierte en el nuevo oro: sin stock en tiendas, proveedores colapsados y precios que quintuplican su valor
Lo que comenzó como un gesto de apoyo a Palestina se ha transformado en un fenómeno económico inesperado. Conseguir una bandera palestina en España es hoy casi imposible. Bazares y tiendas de souvenirs se quedan sin existencias, los proveedores no contestan al teléfono y en internet los precios se disparan.

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En barrios céntricos como la Puerta del Sol en Madrid, los dueños de bazares repiten la misma frase: "No tenemos, no sabemos cuándo llegarán". Decenas de clientes se acercan cada día para preguntar por las banderas, pero las estanterías continúan vacías. "Es una locura, nunca habíamos visto tanta demanda", confiesa el encargado de una tienda que normalmente vende más banderas de España o Estados Unidos que de ningún otro país.
Proveedores desbordados y teléfonos en silencio
Los comerciantes llaman una y otra vez a los distribuidores, pero la respuesta es siempre la misma: silencio. "No cogen el teléfono, ni siquiera para decirnos cuándo repondrán", lamenta una dependienta. La gráfica de ventas en las principales plataformas online se ha disparado en cuestión de días, con un crecimiento que triplica al de cualquier otro artículo de merchandising político.
Precios por las nubes
La escasez ha abierto la puerta al negocio. Hoy una bandera palestina cuesta 15,50 euros, cinco veces más que una española y tres veces más que la estadounidense, habitualmente la más vendida. En portales de segunda mano el precio llega a los 25 euros, incluso para banderas usadas. "He visto a gente comprar varias solo para revenderlas", asegura un cliente que lleva días buscándola sin éxito.
Un fenómeno que trasciende lo político
El propio cineasta Pedro Almodóvar ha declarado su intención de conseguir una bandera, aunque reconoce que no ha tenido suerte. Lo que empezó como un gesto de solidaridad en las concentraciones de apoyo a Palestina se ha convertido en un auténtico objeto de coleccionista, un símbolo de protesta convertido en mercancía de alto valor.
Mientras tanto, incluso el célebre Toro de Osborne de Mérida ha amanecido pintado con los colores palestinos, símbolo de una fiebre que no deja de crecer, una imagen que se ha vuelto viral y que resume la fiebre que recorre el país. Lo que ayer era un emblema de solidaridad, hoy es también un negocio redondo. Y, de momento, la demanda no deja de crecer.
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