Cuenta Adán que muchas de las máquinas tienen dibujos animados como reclamo, práctica que ahora sabe que es ilegal. Asegura que es muy fácil para un chico joven caer en ese hábito porque ofrece muchas comodidades. "Alguien humilde encuentra un buen lugar para hacer ocio y reunirse allí con amigos ya que puedes entrar a cualquier hora y ver cualquier partido de fútbol", señala.

Confiesa que al principio lo que más le atrajo de estos lugares fue poder ver los partidos gratis y jugar a las máquinas pero luego se dio cuenta de que si no iba llegaba a sentir síndrome de abstinencia "como con cualquier tipo de droga".

Muchos de sus amigos llegaban a gastarse 200 euros en una tarde. Cuenta que él fue consciente de su problema cuando llegó a quedarse sin dinero para comer por gastárselo en estos locales.