Mejores momentos | 13 de abril

Cómo robar albaricoques sin que te pille el vecino… o sí: Raúl cuenta una divertida anécdota de su infancia

El ‘Sindulfo’ ha aprovechado para lanzar una moraleja a todos los niños que ven ‘¡Boom!'.

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Raúl se crio en Tudela y la mayor parte del año la pasaban jugando en el patio de su casa. Pero en cuanto llegaba el buen tiempo, se trasladaba al campo para buscar renacuajos o coger ranas.

Cuando él y sus amigos crecieron, los juegos cambiaron y dedicaban las tardes a robar fruta. En una de las casas había un albaricoquero que a Raúl y sus amigos les volvía locos, no sólo por los frutos que daba, sino porque sabían que el vecino lo “custodiaba ferozmente” y suponía todo un reto.

Un día, aprovechando que los más mayores les avisaron que el dueño se había ido, se subieron seis o siete al árbol y comenzaron a coger albaricoques. No habían pasado ni diez minutos, y el vecino volvió. Raúl fue el único que se quedó allí y todos sus amigos se fueron antes de que les pillaran. Con el señor esperándole con una vara debajo y la noche cada vez más cerca, el ‘Sindulfo’ comenzó a sopesar sus opciones de huida.

Pero viendo que fuera como fuese le iba a pillar, recordó por qué estaba ahí subido: “para comer albaricoques”, así que allí se quedó merendando mientras toda la familia del dueño del albaricoquero le intentaba convencer para que parase.

Tarde o temprano, Raúl tuvo que bajar del árbol. Además de una regañina por parte de su madre, ¿sabes qué más se llevó Raúl?, efectivamente, un par de golpes con la vara. Pero la historia no termina ahí…

¡No te pierdas el vídeo para saber cómo acabó la odisea del albaricoquero!

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