BETTY VE TELENOVELAS

Final de 'La hija del embajador', la serie de las segundas oportunidades

'La hija del embajador' llega a su final en Nova y nos deja la sensación de que siempre hay que dar una nueva oportunidad a las segundas oportunidades.

Publicidad

Durante los últimos meses cada sábado hemos sido testigos en 'La hija del embajador' de los profundos cambios que ha sufrido la familia Efeoğlu y todo su entorno. Ni Sancar ni Halise ni Yahya ni Elvan son los mismos personajes que conocimos al principio. Lo mismo puede decirse de Nare y Mavi. Todos ellos tienen en común que tuvieron que dejar atrás su pasado dándose una nueva oportunidad para afrontar el futuro bien con otras personas bien desde otra perspectiva bien con otra actitud.

El Sancar padre de familia

'La hija del embajador' supuso el regreso a Nova de uno de los grandes nombres propios de las series turcas. Engin Akyürek interpreta en esta historia, como nos tiene acostumbrados, a un personaje complejo que se caracteriza por sus múltiples aristas.

A Sancar lo aborrecimos profundamente por la frialdad y el desprecio con el que trató a Nare tanto cuando eran jóvenes como cuando regresó a su vida. Nunca le perdonaremos su crueldad, su intransigencia y su egocentrismo. Ni siquiera el evidente dolor que sentía conseguía que olvidásemos el rencor con el que trataba a su ave de colores.

Pero Sancar es mucho más que el macho alfa con un equivocado concepto de la hombría y la masculinidad. Y pronto nos lo demostró. ¿Cuándo? Cuando sus ojos se encontraron con los de la pequeña Melek. Cuando esas manos que arrastraron a Nare fuera de su pequeña cabaña sostuvieron las manitas de su hija. Cuando el hijo del campesino convertido en gran empresario tuvo que aprender sobre la marcha a hacerle una trenza a una niña.

A partir de ahí Sancar ha sido un constante volcán a punto de entrar en erupción. Melek parecía tener un efecto sedante sobre el temperamental carácter de su padre, pero cualquier mínimo detalle, cualquier insignificante gesto, cualquier palabra fuera de lugar, provocaba que brotara su peor versión.

Afortunadamente el tiempo y la madurez lo llevaron a tomar conciencia tanto de sus actos como de su realidad. Comprendió que fue injusto con Nare. Que su tozudez les impidió ser felices cuando era su momento y que el reencuentro, aunque les hizo tener esperanza, llegó a destiempo. Seguían queriéndose, pero todavía había heridas sin curar.

Y ahí conocimos al Sancar fuerte y sensible. Era fuerte cuando cada noche arropaba a su hija y le decía que todo iría bien. Era sensible cuando sentía que el mundo se le caía encima al perder a la que creía la mujer de su vida.

Pero la marcha de Nare supuso también una nueva oportunidad para Sancar. Una nueva oportunidad llamada Mavi, que entró en la vida de los Efeoğlu como un terremoto.

Tenía tantas heridas y arrastraba un dolor tan profundo como Nare, pero se encontró con un Sancar muy diferente al que conocía la hija del embajador. Mavi conoció al Sancar caballero, al Sancar solidario, al Sancar dispuesto a ayudar a quien lo necesitase, al Sancar dispuesto a apostar por una relación y por una familia.

Y, así, ambos curaron juntos sus respectivas heridas. Es más, la relación que lograron consolidar es la mejor prueba de la evolución de Sancar. Aquel hombre que quería una esposa “sin antecedentes” encontró la felicidad con una mujer divorciada.

Dos mujeres, dos amores

Junto con Engin Akyurek, las dos grandes protagonistas de esta historia han sido Neslihan Atagül y Tuba Büyüküstün, que han interpretado a dos personajes muy diferentes pero muy parecidos a la vez.

Neslihan Atagül demostró su incuestionable talento como actriz dramática dándole a Nare toda la carga emocional que el personaje necesitaba. Nare ha vivido en la desesperación y la angustia constantes y continuas. Sufrió la frialdad de su padre. Sufrió el acoso de Akin. Sufrió el rechazo de Sancar. Sufrió las secuelas de su intento de suicidio.

Y cuando regresó al lugar en el que fue tan feliz y tan desdichada, volvió a encontrar algunos momentos de felicidad y bastantes instantes de tristeza. Nare ha vivido en una constante dicotomía. Quería ser feliz con Sancar pero no quería perdonarlo. No quería ser un obstáculo entre Sancar y Gediz, pero su presencia no hacía más que distanciarlos. Quería avanzar hacia el futuro, pero el pasado siempre volvía a llamar a su puerta ya fuera representado por Akin o por Guven.

Al final, Nare decidió ser consecuente con la leyenda de la que era protagonista y dejó que el ave de colores se fuese volando en busca de otros parajes en los que anidar. Apostó por curar sus propias alas dejando que los demás emprendiesen también su propio vuelo.

La llegada de Mavi, además de suponer el reencuentro de Tuba Büyüküstüny Engin Akyürek tras haber protagonizado la recordada ‘Amor de contrabando’, representó toda una revolución para la familia Efeoğlu.

De hecho, su irrupción fue casi tan tormentosa como el regreso de Nare, pero tenía mucho más en común con la hija del embajador. Ambas arrastraban un doloroso pasado con heridas difíciles de cicatrizar y compartían el lastre de ser perseguidas y acosadas por hombres de su pasado. Ambas habían perdido la esperanza.

Y ambas se enamoraron de Sancar, pero vivieron relaciones diametralmente opuestas. Nare y Sancar nunca consiguieron hacer borrón y cuenta nueva. El pasado era una nube que siempre estaba sobre ellos. Sin embargo, Sancar y Mavi comenzaron de cero. No había lugar para reproches del pasado porque no había un pasado que los uniese, pero tampoco que los separase. Y, además, ambos se encontraron cuando estaban heridos por lo que al ayudar a curar las heridas del otro también fueron sanando las propias.

Melek, la más querida

Al margen de los grandes protagonistas adultos, sin duda la pequeña Melek (Beren Gençalp) ha sido una de las más queridas y no solo por la audiencia, sino también por prácticamente todos los personajes de la serie. En medio de todos los odios, rencores, venganzas, ambiciones, etc., ha sido prácticamente unánime el cariño por la hija de Sancar y Nare.

La han querido sus padres, que han sido capaces de prácticamente todo por hacerla feliz. La ha querido Mavi, con quien creó una especial relación que oscila entre la materno-filial y la amistad. La ha querido Halise que siempre ha peleado porque su nieta permaneciese en el hogar de los Efeoğlu. Hasta Güven tuvo un hueco en su avaricioso corazón para la pequeña.

Pero Melek también nos ha enternecido con sus esfuerzos por conservar a la familia que se iba formando a su alrededor y nos preocupó seriamente cuando somatizó su miedo al abandono y a la soledad.

Y, además, Melek fue quien mejor entendió siempre al resto de personajes. Su conexión con Nare es incuestionable y su relación con Sancar es digna de ser recordada.

[[H3:Los nuevos Efeoğlu]]

Todos los acontecimientos vividos han supuesto también grandes cambios para los Efeoğlu. La arrogante y controladora Halise ha dado paso a una mujer que sabe dar espacio a sus hijos, que les deja tomar sus propias decisiones, que permiten que vivan su vida como decidan, aunque eso suponga que abandonen ese hogar que tantas veces temió ver vacío.

En cuanto a sus hijos, lo cierto es que, si la evolución de Sancar hacia la madurez y cierta templanza, ha sido impactante, la de sus hermanos ha sido sorprendente y en algún caso desconcertante.

Nos hace felices vez feliz a Elvan porque, a pesar de su eterna sonrisa, su constante buen humor y su alegría contagiosa, también ha vivido su particular drama al saberse engañada por su marido. Eso sí, ha sido un ejemplo de superación y empoderamiento. Buscó su propio destino y, al final, el destino le dio aquello que siempre había ansiado: una familia. Eso sí, aún seguimos reflexionando sobre si su nueva oportunidad con Yehya ha sido una buena decisión o un extraño giro de guion.

Yehya sigue siendo un misterio casi insondable para todos nosotros. Se ha pasado media serie cometiendo todos los errores posibles, oscilando entre el rol de perfecto hermano y el síndrome del hermano segundón, suplicando una nueva oportunidad a Elvan mientras se entretenía con Dudu. Al final parece haber abandonado el lado oscuro, pero no podemos evitar sentir cierta desconfianza.

Eso sí, para sorpresas, la que nos dieron Zhera y Kavruk. ¿Alguien ha conseguido entender qué le pasó a esta pareja?

Al final, 'La hija del embajador' ha sido el mejor ejemplo de esa conocida expresión que dice que cuando se cierra una puerta se abre una ventana. En el caso de los Efeoğlu, han tenido que abrir y cerrar muchas puertas y ventanas para conseguir que la luz ilumine todos los rincones de su hogar y que lo único oscuro que los rodee sea la fiel compañía de Noche.

Los Efeoğlu se despiden de nosotros irradiando felicidad y nos dejan como recordatorio una de las grandes frases que ha pronunciado el que ha sido el gran cronista de su leyenda: "no se puede ser feliz sin haber sido infeliz antes". Nosotros, desde luego, estamos felices de haberle dado una oportunidad a 'La hija del embajador'.

ObjetivoTV» Series

Publicidad