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'Shameless': Las claves de su despedida tras 11 temporadas

¿Cómo serán las navidades de los Gallagher? Como homenaje al final de la familia más disfuncional de la tele recorremos cual cuento de Dickens pasado, presente y futuro de una de las series más longevas.

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El fantasma de las navidades pasadas

Hay una divertida secuencia de la segunda temporada allá por 2013 en la que Frank, tocando una especie de pequeño ukelele, canta rodeado por su familia (es decir, rodeado de muuucha gente) en el bar de Kev y Veronica. Todos llevan gorros de Papa Noel, brindan con sus bebidas alcohólicas, a las que homenajean en la letra sin pudor, fuman y, sobre todo, se divierten. Porque la familia más disfuncional de la parrilla nunca ha tenido un duro, ha pasado por mucho pero ha sabido buscarse la vida y permanecer siempre juntos. ‘Shameless’ se estrenó en enero de 2011, con su protagonista, William H. Macy, nominado al Oscar por ‘Fargo’, como principal reclamo. Pero luego la serie creció mucho más, especialmente con el personaje interpretado por Emmy Rossum, la hija mayor. La adaptación de la serie británica de 2004 seguía a Frank, el padre alcohólico con seis hijos desatendidos, cambiando la zona más pobre de Manchester por un barrio parecido al sur de Chicago. En la versión estadounidense los Gallagher volvían a demostrar que querer no siempre es poder y que el sueño americano no está al alcance de todos.

Creada por Paul Abbott (de la serie original) y John Wells (‘Urgencias’), además de Frank (Macy) y Fiona (Rossum), los fans de la serie han visto crecer al resto de los hijos, desde el inteligente Philip ‘Lip’ (Jeremy Allen White) al rebelde religioso Ian (Cameron Monaghan), pasando por la intrépida Debbie (Emma Kenney) y el problemático Carl (Ethan Cutkosky). Junto a la familia, otros personajes secundarios, donde destacan los vecinos, Kevin (Steve Howey) y Veronica (Shanola Hampton).

El fantasma de las navidades presentes

A estos inadaptados golpeados por la pobreza solo les faltaba una pandemia como la del coronavirus. Aunque se anunció su estreno para mediados de 2020, el covid paralizó el rodaje, dando como resultado un primer episodio en el que el confinamiento y las consecuencias del encierro se convierten en un personaje más. En 'Esto es Chicago', el primer episodio de los 12 de los que se compone esta última entrega, Frank le cuenta a un chaval que rueda un documental lo que piensa de la insólita situación. Obviamente, sus reflexiones son explosivas y desvergonzadas, sin pelos en la lengua. Sin mascarilla y solo con un pañuelo que le tapa la boca, Frank ataca, rompiendo la cuarta pared, la gentrificación del barrio –propone crear inseguridad para evitar la llegada de el aumento de los precios– y muestra su alegría por el cierre de los locales hipsters ("gracias a los chinos"). Porque, según él, los Gallagher construyeron la ciudad, y ellos son los últimos mohicanos.

Frank se pasa, obviamente, medio episodio en el bar clandestino de Kev y V (debería estar cerrado pero aprovechan para vender droga y el abuso de las sustancias saca lo peor o lo mejor de los clientes habituales allí sentados). Lip y Tami se instalan en su nueva casa (el ingenio de Lip para conseguir lo mejor para su ambiciosa mujer pero sin que le cueste un riñón es de manual de picaresca). Carl consigue ser policía contra todo pronóstico. Y Debbie, a pesar de su pasado como agresora sexual, se reinventa con su propio negocio y como madre soltera. Peor lo llevan Ian y Mickey Milkovich (Noel Fisher), cuyo matrimonio no acaba de funcionar por la aparente falta de compromiso de Mickey. Es un primer paso hacía el final definitivo, en el que ha predominado el toque irónico y divertido, acentuando el comportamiento alborotador y alocado de sus protagonistas.

El fantasma de las navidades futuras

¿Qué pasará? Eso es lo que se preguntan los seguidores de Frank y compañía. La serie más longeva de Showtime llega a su fin tras 11 temporadas. La serie sobrevivió a la marcha de Emily Rossum al final de la novena entrega, un personaje que se hizo clave como elemento de unión de todo el clan. Entre el drama retorcido y la comedia canalla, una de sus claves es que el espectador nunca sabe por dónde van a salir los personajes. Como dicen sus actores, en el rodaje siempre se acaban preguntando: 'Pero, ¿podemos hacer eso?'. Porque en 'Shameless' hemos visto y escuchado de todo. Frank lo mismo acababa desmayado en el suelo como se la jugaba acostándose con la novia de uno de sus hijos (y este acababa orinándole en la cabeza presa de su enfado). Huir de la policía, robar bebés o desenterrar el cuerpo de la madre para recuperar la metanfetamina enterrada por Fiona lograban romper esquemas y dejar al personal con cara de alucine constante.

Si hacemos caso al final de la serie británica que, por cierto, también cerró las puertas con una temporada 11, Fiona debería volver (en la original regresaba para hacer las paces con su padre). No se ha confirmado por parte de la cadena, pero los creadores dejaron caer que todo dependía de la agenda de la actriz (que rueda una nueva serie para Peacock, 'Angelyne'), de encontrar los huecos, dejando la pelota sobre su tejado. Cuando se despidió tras la novena entrega, Rossum fue la primera en afirmar que la serie podría durar eternamente. Ahora que se acaba no estaría de más que un personaje tan carismático regresase para alegría de sus fans y demostrar así que todo lo que empieza siempre tiene un final (y si hablamos de los Gallagher ella debería estar). William H. Macy, nominado a los premios Emmy y a los Globos de Oro, podría llevarse por fin algún galardón. Y seguramente 'Shameless', que ha sido muy gamberra en muchas cosas, se despida de una manera agridulce. Expectantes estamos.

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