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NÚMERO DE SERIE

Alegato en defensa de 'Shameless'

'Shameless' cierra una gran cuarta temporada, que aunque ha discurrido más por el drama sigue teniendo momentos de comedia muy potentes, en los que se traspasan todos los límites de la normalidad. Los Gallagher son una gran familia y que no haya tenido ni una sola nominación en los premios importantes es incomprensible. Comedia o drama, 'Shameless' merece una encendida defensa.

Shameless 4º

agencias Shameless 4º

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Para los próximos Emmy, 'Shameless' competirá en la categoría de comedia, ya que durante sus tres primeras temporadas lo hizo en la de drama sin ningún éxito, salvo la nominación de Joan Cusack como actriz invitada. Un cambio que Showtime realiza para que una de sus series insignia tenga el reconocimiento que merece. Los Gallagher molan demasiado como para que se les ignore con semejante descaro. 

A pesar de que haya incrementado su munición dramática, 'Shameless' sigue siendo una serie muy destacable. Durante la cuarta temporada hemos visto los momentos más bajos de muchos personajes, sobre todo para Frank y Fiona: El patriarca oficial y la matriarca obligada tocan fondo como nunca antes. 

Fiona tiene que lidiar con una tobillera por su libertad condicional y Frank, con un hígado recién trasplantado, decide seguir bebiendo, justo cuando parecía que iba a dejar de hacerlo por primera vez en su vida. La escena final de la temporada, muy emotiva, demuestra que Frank no va a cambiar jamás, a pesar de haber visto a la muerte de cerca. Así es Frank Gallagher, gritándole a Dios que aún sigue en pie y con muchas copas pendientes

Lo demás se queda bastante patas arriba. Liam comienza a mostrar los primeros síntomas de un trastorno bipolar de herencia irrenunciable, y lo hace bajo el cuidado de Mickey Malkovich, que por fin acepta su homosexualidad. Juntos forma una de las parejas gays más interesantes de la televisión, alejada de cualquier estereotipo o de los manidos lugares comunes de otras series. Liam y Mickey son dignos de un spin-off. 

Lip continúa su lucha interna entre ser un chico de barrio malote y despreocupado o ser un ciudadano de provecho con un título universitario bajo el brazo. Un debate que se traduce entre elegir a Amanda o Mandy, la otra Malkovich en la ecuación. 

Otro de los grandes aciertos ha sido girar a Debby y a Carl hacia tramas más propias de la adolescencia, en la búsqueda de su propia personalidad. Una evolución bien planteada y sobre todo bien ejecutada para que la serie no cambie demasiado su estilo.

Un estilo único
Las locuras de 'Shameless' se suceden sin descanso y aunque al principio parece que la serie se sujeta sobre una anarquía moral lo que se está haciendo es plantear la adaptación de todos los outsiders en la sociedad actual, haciendo una crítica decidida al sistema neocapitalista. Y lo hace traspasando todos los límites. O casi todos.

La clave para tramas tan disparatadas y tan excesivas funcionen es tener un buen bagaje de personajes, bien construidos y planteados con un casting que sepa estar a la altura. Y eso es, precisamente, de lo que más puede presumir 'Shameless', de buenos personajes interpretados por  buenos actores. Con nominaciones o sin ellas es, por méritos propios, una de las series más sugerentes del momento. Los Gallagher son los Gallagher.

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