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Zona de confort: cómo identificarla y cuándo atravesarla

Es una zona en la que no arriesgamos, pero tampoco crecemos. Descubre cuál es el momento idóneo para salir de esa zona de confort y conoce las mejores técnicas para hacerlo.

Zona de confort

Zona de confortEnvato

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El origen del término de “zona de confort” se remonta al año 1908 cuando los psicólogos Robert Yerkes y John Dodson crearon la “ley de Yerkes-Dodson” o “teoría de la U invertida”, en la que se explica la relación existente entre el estrés y el rendimiento laboral. Estos autores concluyeron que el rendimiento óptimo se produce cuando el nivel de activación o de estrés es moderado y el rendimiento es bajo cuando el nivel de activación o de estrés es demasiado alto o demasiado bajo. En otras palabras: se necesita un poco de estrés para rendir de manera adecuada, pero sin pasarse. En la actualidad, se trata de una teoría que sigue vigente.

Teniendo en cuenta el experimento, la zona de confort es un estado de baja o nula activación o estrés. Tendemos a quedarnos en la zona de confort porque nos proporciona seguridad y tranquilidad. Sin embargo, también nos provoca aburrimiento y aumenta las probabilidades de que vayamos en “piloto automático”, es decir, sin prestar atención al aquí y al ahora, al momento presente. Teniendo en cuenta la ley de Yerkes-Dodson el punto ideal el “estado de flow” o “estado de fluidez”, término propuesto por Mihály Csíkszentmihályi y que hace referencia a un estado creatividad, talento y felicidad.

Zona de confort
Zona de confort | Envato

Síntomas de que debemos salir de nuestra zona de confort

A veces lo difícil es saber cuándo es el momento ideal para salir de nuestra zona de confort. Por eso, a continuación, se señalan algunos de los síntomas que te rebelarán que ya es el momento:

  1. Sensación de apatía y desmotivación: sientes un desinterés que te impide crecer y desarrollarte, nada te anima, nada de apetece del todo.
  2. Intolerancia a nuevas formas de pensar: cuando algo no te encaja en tu sistema de creencias o en tus esquemas mentales te cierras en banda.
  3. Miedo a asumir riesgos: el miedo te está bloqueando y te impide aceptar nuevas oportunidades para avanzar.
  4. Monotonía y rutina: es muy positivo tener una rutina como dinámica en el día a día, pero siempre y cuando ésta sea flexible. En este caso nos referimos a ese momento en el que notas que llevas mucho tiempo sin hacer nada nuevo porque tu rutina te ha absorbido.
  5. Aislamiento: las cosas ya no tienen mucho sentido porque no te motivan lo suficiente, así que prefieres prescindir de hacer planes y actividades, lo que te lleva a la tristeza y la soledad.
  6. Sensación de vacío e inseguridad: tienes la sensación de que necesitas algo más, de que nada es suficiente y esto te hace dudar de tu propia persona.
  7. Priorización de lo que tienes que hacer y no de lo que quieres: tus actividades pendientes, los recados del día a día, los quehaceres… han absorbido tu tiempo y no hay espacio para lo que realmente te apetece, vas en piloto automático.
  8. Procrastinación: no le encuentras el sentido a las actividades que realizas, por lo que las evitas hasta el último momento.
Zona de confort
Zona de confort | Envato

Consejos para salir de la zona de confort

A continuación, se mencionan algunas pautas que te pueden ayudar a salir poco a poco de tu zona de confort y meterte en tu “estado de flow” sin que te des cuenta:

  • Realizar una actividad agradable al día: lo sé, no tienes tiempo. Aún así, te propongo que te programes un momento del día para ti, aunque sean 10 minutos, pero que sean 10 minutos para ti y que en ese tiempo realices algo sencillo que te guste (por ejemplo: pasear, escuchar música, pintar…).
  • Pregúntate el para qué: cuando tenemos rutinas muy automatizadas puede pasar que se nos olvide por qué hacemos lo que hacemos y es fundamenta que conectes con ese “para qué”. Por ejemplo: para qué trabajas en este trabajo y no en otro o para qué vas a correr y no vas a andar en bici.
  • Cambia los “tengo que” por “quiero”: este punto está muy ligado al punto anterior porque para que sintamos que queremos hacer determinadas actividades tenemos que conectar con esas actividades. Recuerda que la mayoría de las cosas que haces en tu día a día son por voluntad propia, búscales un sentido.
  • Cambia tus rutinas: algo que fomenta la creatividad y las nuevas ideas es cambiar pequeños detalles del día a día, por ejemplo: cambiar el menú de alimentación, cambiar la ruta para ir al trabajo o cambiar algo de tu vestimenta diaria.
  • Prueba cosas nuevas: puedes empezar a probar pequeños detalles distintos en tu día a día, por ejemplo: aprender nuevas actividades como tocar un instrumento, leer otro tipo de libros o ver otro tipo de películas de las que acostumbras a ver.
  • Plantéate retos: ¿qué cosas siempre has querido hacer y no las has hecho por dificultades u obstáculos? Planifica los pasos que tendrías que seguir para alcanzar tu objetivo e incluso para derribar esas dificultades.
  • Cuestiónate tu necesidad de control: la necesidad de control muchas veces nos atrapa porque nos provoca una falsa sensación de seguridad, es importante plantearnos si somos nosotros los que controlamos o es la necesidad de control la que nos controla a nosotros impidiéndonos vivir libremente. Permítete cometer errores.

Para finalizar, ten en cuenta que salir de la zona de confort te ayudará a desarrollar tus propias estrategias para enfrentarte a las adversidades, te permitirá aumentar su productividad, te proporcionará mayor energía y mentalidad abierta, aumentará tu creatividad y motivación, tendrás mayor autoconfianza, sentirás mayor conexión con tu propia persona y con lo que te rodea, disfrutarás más de la vida y fomentarás una vida saludable manteniendo adecuados niveles de actividad.

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