Vigila las señales
¿Y si tienes cansancio crónico? Estos son los ocho síntomas más comunes
Si recurres al café varias veces al día para no quedarte dormida, te sientes agotada aunque no hayas hecho ningún esfuerzo físico, y a última hora del día no te tienes en pie, revisa si se trata de un problema puntual o tus hábitos lo están convirtiendo en un problema crónico.
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¿Renuncias a los planes por cansancio, necesitas una siesta pese a haber dormido más de 9 horas y estás convencida de que antes no te costaba tanto ponerte en marcha? Ninguno de los tres tiene por qué ser un síntoma de la encefalomielitis miálgica (más conocida como fatiga crónica), pero cuando notas que esa sensación de cansancio permanente se prolonga en el tiempo y, de hecho, evoluciona negativamente, lo más recomendable es que acudas a un profesional en busca de diagnóstico.
Con frecuencia, buscamos respuesta en Internet a nuestros problemas de salud, una costumbre que puede confundirnos. Nadie duda de la conveniencia de estar alerta cuando notas cambios en tu estado físico y mental, pero debemos procurar que un artículo periodístico nos condicione. Para llegar al diagnóstico de fatiga crónica, entran en juego muchos condicionantes, y sólo un médico podrá determinar si es tu caso. Por ello, aunque observes en ti varios de estos síntomas, evita auto diagnosticarte y consulta con un profesional médico.
¿Qué tal duermes? El insomnio puede relacionarse con este síndrome, pero incluso aunque duermas toda la noche sin problema, es posible que al levantarte te sientas igual de cansada. Que las horas de sueño no alivien tu sensación de agotamiento es un síntoma de cansancio crónico.
Falta de concentración. Es posible que tus tareas cotidianas te ocupen más tiempo de lo normal o que te sientas incapaz de atender a una conversación durante un tiempo prolongado. Si notas que pierdes el hilo de lo que te están contando casi por sistema, pon a este síntoma un check.
Memoria de pez. Si olvidas cosas que te acaban de contar, no eres capaz de recordar los detalles de algo que acaba de pasar, o faltas a planes porque te habías olvidado de ellos por completo, pregúntate si son coincidencias producto de despistes o hay algo más.
No te salen las palabras. Cuando padeces fatiga crónica, olvidas con demasiada frecuencia los términos precisos para referirte a algo de lo que quieres hablar, o no te vienen a la cabeza los nombres de las personas a las que pretendes hacer alusión. Notas que te cuesta mantener una conversación fluida, básicamente porque no encuentras las palabras, y buscarlas en tu memoria supone un esfuerzo elevado.
¿Ves peor? Puede que notes una falta agudeza visual repentina. Si usas gafas o lentillas, es posible que, después de ponértelas, mantengas la extraña sensación de que necesitas limpiarlas o cambiarlas por otras de mayor graduación. La nitidez de los objetos no es la misma de siempre y tienes la sensación de que todo a tu alrededor está desenfocado.
Dolores injustificados. ¿Sientes malestar corporal, e incluso notas dolor en músculos y articulaciones pese a no haberte dado ningún golpe ni haber desarrollado en las últimas horas una actividad que te lo provocara? Se trata de otro de los síntomas más típicos.
Dolores de cabeza. Han surgido de la nada y nunca antes habían sido tan recurrentes. Puede que te acompañen durante semanas y uno encuentras una causa clara para su aparición. Tampoco son de los que se van en unas horas y las treguas que te dejan son cortas.
Dolor de garganta. No estás enferma ni has cogido frío, pero te duelen las amígdalas como si fueras a desarrollar placas. El malestar permanece durante días sin evolucionar hacia la gripe, pero tampoco percibes una desaparición paulatina. Están ahí con más frecuencia de lo que la experiencia y la lógica te dicen que es razonable.
Ninguno de estos síntomas son determinantes en el diagnóstico de una fatiga crónica, pero la coincidencia de todos ellos en una misma persona es motivo suficiente para activar la alerta. Si es tu caso, no lo dejes: consulta a tu médico.
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