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Si quieres regañar, no amenaces: 3 alternativas que funcionan

Amenazar a nuestros hijos para que nos hagan caso es un error que puede tener graves consecuencias.

Una madre regaña a su hijo.

Una madre regaña a su hijo.iStock.

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Es muy común que en nuestro día a día usemos las amenazas de forma regular con nuestros hijos, puesto que son un recurso rápido para que obedezcan. Pero es un gran error amenazar para que nos hagan caso.

¿Qué consecuencias tiene amenazar?

Criar y educar no es ninguna tarea fácil, es cierto. Por una parte, sabemos la importancia de reforzar el apego, el vínculo afectivo con ellos y el respeto. Por otra parte, está la realidad del día a día, donde muchas veces el cansancio, agotamiento y la falta de recursos nos hacen caer en regañar y amenazar.

Aunque educar en base al miedo tiene aparentemente un resultado casi inmediato, la realidad es que tiene como consecuencia la falta de seguridad y no fomenta un verdadero aprendizaje en el pequeño.

Educar con amenazas tiene consecuencias reales y negativas en nuestros hijos, por ejemplo:

1. Se ve afectada su autoestima, pues se daña el vínculo afectivo.

2. Genera momentos de estrés y angustia, pensando que puede perder algo valioso e importante para nuestro peque.

3. Nos hace ver a los padres con falta de autoridad, puesto que la autoridad o poder estará representado en aquello con lo que se amenazó.

La importancia de educar a largo plazo

Tenemos que creer firmemente que esta forma de educar no es recomendable. Así, podremos esforzarnos por aplicar las estrategias y alternativas basadas en una crianza respetuosa.

Es probable que no veamos un resultado inmediato, pero estaremos fomentando un aprendizaje a largo plazo, que en realidad es mucho más conveniente.

El aprendizaje a largo plazo conlleva un aprendizaje verdadero, basado en la buena toma de decisiones.

Cómo regañar sin amenazar

A continuación, detallo tres alternativas a aplicar antes de usar una amenaza.

Decir la verdad

Dar explicaciones válidas y sencillas, aunque sean pequeños, es lo mejor para su desarrollo.

En lugar de amenazar diciendo: "Si no te terminas la comida, no iremos al parque", ofrécele la explicación real, dando un giro inesperado: "Para tener más energía y fuerza ahora que vamos a ir al parque es importante que comas bien".

Hacer preguntas curiosas

Intentemos llegar a nuestros niños por medio de preguntas que despierten su interés y curiosidad.

Por ejemplo: En lugar de amenazar diciendo "si no recoges tus juguetes, los voy a regalar", pregúntale si sabe lo que tenemos que hacer tras jugar: "¿Recuerdas qué hay que hacer cuando terminas de jugar con tus juguetes?"

Cambiar el lenguaje

Prueba a usar frases que incluyan "para que..." o bien "tan pronto como...".

Pongamos un ejemplo de uso: En lugar de usar frases como "si no te vistes ya, no vamos a ir al parque" prueba con "para que podamos ir al parque, recuerda que debes vestirte". O bien, usa frases alentadoras como "tan pronto como termines, podremos ir al parque".

Estas frases marcarán un cambio significativo en nuestra forma de comunicarnos con nuestros hijos. Estaremos trabajando en erradicar poco a poco las amenazas en nuestra forma de relación con ellos.

Seamos conscientes que muchas veces incluso usamos amenazas poco creíbles, como por ejemplo: "Si no dejas de gritar, no tendrás pastel de cumpleaños".

En estos casos, estamos perjudicándonos también a nosotros puesto que nuestros hijos dejan de creer y confiar en lo que les decimos.

Así pues, te animo a poner en práctica estas 3 estrategias para eliminar por completo las amenazas.

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