DESPERTARSE CON ANTOJO

¿Por qué nos apetece comer dulce después de la siesta?

Siesta, metabolismo de la glucosa y ganas de comer dulce. ¿Cómo se relacionan? Repasamos esta compleja asociación, en base a los estudios más recientes que analizan la relación entre la calidad y cantidad del sueño y diversas alteraciones en el metabolismo de la glucosa.

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Los antojos de dulce pueden ser producidos por múltiples factores en general, y en particular, después de la siesta. Es un asunto muy complejo del que tenemos pocas evidencias sólidas todavía. No obstante, hay estudios que relacionan el sueño con diversas alteraciones con el metabolismo de la glucosa.

Relación entre el metabolismo de la glucosa y apetencia por el dulce

Los antojos de dulces pueden ser provocados por múltiples factores, pero a menudo son la respuesta a desequilibrios en los niveles de glucosa (azúcar) en sangre.

Esto es lo que sucede cuando hay alteraciones en el metabolismo de la glucosa por cualquier causa, como una diabetes o un estado de resistencia a la insulina (la hormona que se encarga de metabolizar el azúcar). Esta insulina al no conseguir hacer su función correctamente, la de "colocar" la glucosa dentro de las células, mantiene los niveles de glucosa elevados en sangre sin poder utilizarse por los tejidos que la necesitan. De esta forma, el cuerpo puede seguir reclamando glucosa si la necesita, mediante el deseo de comer dulces.

Relación entre la siesta y el metabolismo de la glucosa

La regulación neuroendocrina del apetito y la ingesta de alimentos parece estar influenciada por la duración del sueño. Dormir poco conduce a un estado de resistencia a la insulina. Las personas que duermen siesta es probable que lo hagan como consecuencia de dormir pocas horas durante la noche. Esta restricción del sueño conduce a aumentos en los índices de hambre y apetito, junto con modificaciones en ciertas hormonas que hacen que tengamos más hambre. Además, un estado de falta de sueño provoca alteraciones en la regulación de la glucosa, potencialmente conduciendo a un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo II. En una investigación, después de 3 semanas de restricción del sueño, los niveles de glucosa después de comer aumentaron un 14%.

Dormir suficientes horas, pero con despertares nocturnos frecuentes, también puede afectar. La fragmentación del sueño es una característica de la mala calidad del sueño. Muchas personas pueden necesitar una siesta por este motivo. Los estudios de laboratorio en personas sanas muestran que fragmentar el sueño sin cambios en la duración total diaria del sueño también produce un metabolismo anormal de la glucosa.

Por otro lado, este efecto también se produce cuando se duermen muchas horas. Se ha especulado que las personas que duermen mucho en realidad lo hacen porque duermen mal, no tienen un sueño reparador y duermen siesta para tratar de compensar la mala calidad del sueño.

Existe una gran cantidad de evidencia que respalda una relación causal entre los trastornos del sueño y alteraciones en múltiples vías fisiológicas que resultan en un metabolismo anormal de la glucosa, incluso con un mayor riesgo de diabetes. Otra posibilidad es que las personas que duermen mucho lo hagan porque sufran fatiga como resultado de alguna afección, como por ejemplo, una depresión. Y esta afección es la que puede cursar también con un incremento del apetito.

Not all siestas... La duración es importante

Las siestas diurnas de más de 30 minutos se asociaron con un alto riesgo de tener un nivel elevado de hemoglobina glicosilada (HbA1c) y un índice HOMA-IR alto (indicadores de un metabolismo de la glucosa alterado). Esto no parece ocurrir cuando las siestas son inferiores a 30 minutos. Y las siestas mayores o iguales a una hora se asocian con un mayor riesgo de diabetes.

Las personas que no duermen siestas y duermen de 7 a 8 horas por la noche tienen el riesgo más bajo de diabetes, en comparación con las personas que duermen siestas iguales o superiores a 1 hora durante el día pero que duermen menos de 5 horas por la noche, que son las que tienen el riesgo más alto. Sin embargo, la relación siesta-diabetes no se puede explicar por el sueño nocturno corto, ya que este efecto se presenta también en personas que duermen siestas largas, habiendo dormido más de 7-8 h o incluso más de 9 horas por la noche.

Una revisión sistemática mostró que las siestas diurnas largas de duración igual o superior a una hora se asociaron con mayores probabilidades de varios factores de riesgo de enfermedad cardiovascular y mortalidad por enfermedad cardiovascular, pero no se encontró esta asociación con las siestas diurnas cortas (inferiores a 30 minutos) en menores de 60 años.

Efecto más frecuente en mujeres

Pero parece que este efecto no se presenta por igual en mujeres y hombres, ya que la duración de la siesta durante el día se asoció con la diabetes tipo 2 solo entre las mujeres blancas que dormían siestas superiores a 30 min al día, que tenían un 74 % más probabilidades de diabetes en comparación con las que no dormían la siesta, independientemente de las covariables, incluida la duración del sueño nocturno.

La duración más larga de la siesta al mediodía al principio del embarazo también se relaciona con diabetes gestacional. Sin embargo, la siesta del mediodía parece reducir la diabetes gestacional entre las madres con una duración más corta del sueño nocturno.

En otra investigación, en comparación con las mujeres del grupo que no toman siesta durante el día, las que duermen siesta habitualmente durante más de 1 hora exhibieron aumentos de 46% y 26% en la prevalencia de adiposidad central e hipertrigliceridemia. Pero no se detectaron estas asociaciones estadísticamente significativas entre las horas de siesta durante el día y el síndrome metabólico entre hombres.

El aumento de las horas de siesta durante el día se asoció positivamente con los parámetros del metabolismo de la glucosa en las mujeres. Se detectó una tendencia similar en mujeres después de la menopausia. En comparación con las mujeres posmenopáusicas que no solían dormir siestas diurnas, aquellas con siestas diurnas de más de 1 hora tenían una mayor prevalencia de diabetes.

En resumen, este efecto parece que se puede dar con más frecuencia si eres mujer con una siesta superior a una hora, especialmente si se ha dormido menos de 5 horas por la noche. Y muy probablemente no suceda si se duerme suficiente por la noche con un sueño reparador y con una siesta inferior a 30 minutos. Pero se necesitan más estudios para determinar los mecanismos subyacentes a estas asociaciones para alcanzar a comprender este efecto en mayor profundidad.

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