REMEDIO NATURAL
Haz caso a tu abuela: la miel sí ayuda a curar heridas, y así lo ha demostrado la ciencia
A veces, los consejos de toda la vida suponen todo un descubrimiento para la medicina moderna. Este ha sido el caso de la miel, un potente aliado para acelerar la curación de heridas, cuyos beneficios han ido pasando de generación en generación gracias a sus conocidas propiedades antibacterianas y regenerativas.

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La miel lleva siendo utilizada como remedio natural desde la antigüedad. Sirve para tratar cortes, quemaduras y otro tipo de lesiones cutáneas. Ahora, son las investigaciones científicas las que respaldan su eficacia para curar: su composición rica en azúcares, ácidos y compuestos bioactivos favorece la protección y regeneración de la piel lesionada, previniendo infecciones.
Uno de sus beneficios más destacados es el de mantener la herida húmeda y ácida, lo que dificulta la proliferación de bacterias patógenas. Además, su producción de peróxido de hidrógeno hace que actúe como un antibacteriano sin dañar los tejidos sanos.

La ciencia ha demostrado que aplicar miel sobre las heridas activa la respuesta inmunológica local, promoviendo las defensas y la migración de reparadores como fibroblastos y macrófagos. Estas células son esenciales en el proceso de cicatrización, y desempeñan un papel crucial en la formación de nuevo tejido.
Eso sí, no toda la miel es apta para fines curativos. La más recomendada es la miel de manuka, que se comercializa en versiones médicas esterilizadas y certificadas para uso tópico. De hecho, este tipo de miel ha mostrado una alta efectividad incluso frente a bacterias resistentes a los antibióticos.
Aunque la miel no sea capaz de reemplazar tratamientos médicos complejos, puede ser un complemento natural seguro y efectivo si buscas una cicatrización más rápida y eficaz en esa herida que tanto te está molestando. ¡Échale una mano a tu organismo!
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