NACIMIENTO DEL BEBÉ

Dar a luz tumbadas no es lo mejor para la mujer: El poder del movimiento en el proceso de parto

Parir en los hospitales cambió la manera de afrontar el parto, tanto para bien, por la seguridad y los profesionales médicos; como para mal, puesto que las mujeres empezaron a dar a luz tumbadas como norma general. Te cuento cómo empezó el parto en la cama y cómo podemos parir en movimiento.

Una mujer y el equipo médico en el momento del parto

Una mujer y el equipo médico en el momento del partoFreepik

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Hasta principios del siglo XX, los partos solían atenderse en casa acompañada por matronas y mujeres de la familia. La mujer se movía, se agachaba, se apoyaba y usaba la gravedad a su favor.

Todo empezó a cambiar en 1906, cuando la reina Victoria Eugenia (esposa de Alfonso XIII) dio a luz tumbada en una cama, siguiendo la moda que ya se había extendido en la corte inglesa. Aquel gesto, imitado por las clases altas y pronto adoptado en los hospitales, marcó el inicio de una nueva era: el parto inmovilizado y medicalizado.

La litotomía (tumbada boca arriba con las piernas elevadas) se convirtió en la posición habitual, no por razones fisiológicas, sino por comodidad del personal médico y la posibilidad de intervenir con mayor facilidad. Desde entonces, las camas hospitalarias han sido las protagonistas del parto, relegando al silencio una de las herramientas más poderosas para facilitar el nacimiento del bebé: el movimiento.

Parto
Parto | iStock

El parto es movimiento

El parto es un proceso dinámico, guiado por el cuerpo y las hormonas. Durante la dilatación, moverse y buscar posiciones verticales ayuda a favorecer el progreso del parto y a que el bebé encuentre la mejor posición para descender por la pelvis.

Además, el movimiento ayuda a aliviar el dolor, porque favorece la liberación de endorfinas y permite que la madre busque de forma instintiva las posturas que le ofrecen más confort.

¿Parir tumbada ayuda al proceso de parto?

La posición tumbada boca arriba, conocida como litotomía, dificulta el trabajo de parto por varias razones:

  • Reduce el diámetro de la pelvis.
  • Sitúa al bebé en contra de la gravedad.
  • Aumenta el riesgo de intervenciones innecesarias.

No es que la cama sea una enemiga para el parto, ya que puede ser útil en determinados momentos, pero es un problema cuando se convierte en el centro de la escena y limita la libertad de movimiento de la mujer.

Una mujer durante las contracciones de parto
Una mujer durante las contracciones de parto | iStock

Movimiento y parto fisiológico: una alianza natural

En un parto fisiológico, sin intervenciones que limiten la movilidad, la mujer tiende de forma natural a moverse: mecerse, ponerse a cuatro patas, balancear la pelvis o buscar diferentes puntos de apoyo. Estas acciones no son casuales: responden al instinto mamífero para facilitar el nacimiento. La evidencia científica nos muestra cómo el movimiento durante el parto es positivo porque:

  • Reduce la duración de la fase activa.
  • Disminuye la necesidad de analgesia epidural.
  • Mejora la oxigenación del bebé.
  • Reduce el riesgo de intervenciones.

El movimiento es mucho más que un recurso: es una forma de devolverle a la mujer el protagonismo en su parto. Cada paso, cada balanceo, cada cambio de postura es un acto de conexión con su bebé y con su instinto mamífero.

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