Es temporada y es hora de evitar estos errores
Llevas haciendo mal el gazpacho toda la vida
¿Sabes lo que es emulsionar el aceite?, ¿utilizas cualquier tipo de tomate?, ¿le añades pimiento rojo? Pues que sepas que todo está un poquito (o bastante) mal.
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Ay, el gazpacho... Aparentemente, el plato más sencillo del mundo. Ni hace falta temperatura, ni hay que echarle ingredientes raros, ni requiere técnicas de prestidigitador... Pero, ojito, porque hay pequeños errores que pueden arruinar una receta por otro lado exquisita. Atento a estos fallitos, que igual cometes alguno de vez en cuando. O varios a la vez, vaya.
Elegir unos tomates cualquiera. Oh, error de bulto. Emplear tomates poco maduros o con la piel demasiado grueso equivale a obtener un gazpacho mediocre. Son muy buenos los tomates pera o aquellos que estén maduritos para que se trituren bien.
Tomate concentrado, nunca; zumo de tomate, jamás. Completar o sustituir parte de los tomates por concentrado o zumo es una idea malísima. Se perderá la esencia del gazpacho y parecerá que nos estamos tomando un zumito ligeramente aliñado.
Cualquier vinagre no vale. El que debe llevar es el de Jerez. Nada de ponerle vinagre de manzana ni, por supuesto, balsámico de Módena. Y conviene no pasarse: siempre es mejor tener que rectificar al final que ir a tope desde el principio.
No es salmorejo. Repasemos los ingredientes. En el caso del gazpacho, tomates, aceite, vinagre, sal, pan, ajo, agua y pimiento verde. En el caso del salmorejo, tomate, aceite, sal, ajo y pan. Además, la cantidad de pan utilizada en el caso del salmorejo es mucho mayor.
Nada de pimiento rojo. Miremos a la lista de ingredientes expuestos anteriormente. Pone pimiento VERDE y no ROJO. El toque dulce modifica el sabor del gazpacho, mientras que la textura carnosa puede hacer que, al probarlo, nos resulte un pelín raro.
No añadas hielo. En todo caso, agua. Lo del hielo es un recurso que a veces se utiliza para enfriarlo rápidamente pero los efectos secundarios son perniciosos para el gazpacho, que suele quedar demasiado aguado y, por tanto, perder sabor.
Con guarniciones, mejor. Un gazpacho a palo seco es una opción perfectamente defendible, pero unas picatostes de pan, huevo cocido cortadito finito, virutas de jamón o verduritas troceadas en cubito lo elevan a los altares de la gastronomía popular.
Siempre frío. Por supuesto. Nada de tomar un gazpacho medio calentorro. No hay excusa posible: ni siquiera porque lo estemos tomando en el campo. Cuando no podamos tomarlo en perfectas condiciones es preferible prescindir de él...
Remueve antes de servir. Sobre todo, si lleva hecho ya unas cuantas horas, ya que el tomate y el aceite tienden a separarse. De esta manera, volveremos a agrupar todos los ingredientes y quedará absolutamente perfecto.
El aceite, al final. Si sois fans del gazpacho de color rojo, rojo, es mejor aportar el aceite de oliva al final. De esta manera, no emulsionará tanto y mantendrá su color rojo intenso. Si lo pones desde el principio, su tonalidad será más anaranjada.
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