GALLINAS FELICES, HUEVOS NUMERADOS...
El lío de los huevos (y de las gallinas): guía práctica para comprarlos
Antes tu madre te daba dinero y te mandaba a comprar media docena de huevos al ultramarinos de debajo de casa. Ahora comprar una docena de huevos se ha convertido en una labor cuya dificultad es equiparable a la de sacarse la carrera de Telecos. Esta guía práctica sobre los tipos que existen y sus características nos va a ayudar a desentrañar el misterio de los huevos.
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No nos crean malhablados. Cuando hablamos del lío de los huevos lo decimos literalmente. La legislación en materia de huevos obliga a los fabricantes a informar tanto en la caja como en el propio producto, mediante un código, de qué es exactamente lo que estamos comprando cuando compramos una docena de huevos. Los códigos nos proporcionan mucha información sobre el producto que estamos adquiriendo, pues nunca va a ser lo mismo hacerse con unos huevos ecológicos (con su certificado correspondiente) que con otros de gallinas criadas en jaula, sin moverse y comiendo exclusivamente pienso.
Dejando a un lado la parte ética del asunto, que por supuesto también importa, es evidente que jamás puede ser igual un huevo que procede de gallinas criadas en libertad y alimentadas exclusivamente de grano que otro de gallinas alimentadas con pienso y sin espacio para moverse. Según el tipo de gallina de la que procede el huevo y el tipo de alimentación que ha recibido, todos los envases de huevos y los propios huevos incluyen un código que está siempre encabezado por un número del 0 al 3 y que la legislación obliga a incluir en todos los casos. Veamos qué significa cada número:
Huevos procedentes de gallinas criadas en jaulas (número 3)
Son los que hemos comido casi toda la vida y los que suelen estar más presentes en los supermercados. Una sola imagen de cómo viven las gallinas de las que proceden estos huevos conseguiría emocionar incluso al menos sensible. Estas gallinas viven en jaulas repartidas en varias plantas, sin espacio para moverse, sin ventanas y sin ningún tipo de acceso a la luz natural (con luz artificial 24 horas para lograr la máxima producción). Se alimentan exclusivamente de pienso. A estas alturas, parece una insensatez discutir que la alimentación (además del modo de vida) de la gallina va a influir sobre la calidad y el sabor del huevo.
Huevos procedentes de gallinas criadas en suelo (número 2)
Estas gallinas no son mucho más afortunadas que las anteriores, pues pese a que están en suelo y tienen, en teoría, espacio para moverse, nos encontramos con naves de cemento que acogen a 12 gallinas por metro cuadrado. Su alimentación, al igual que la de las gallinas anteriormente mencionadas, consiste en piensos compuesto en su mayor parte por cereales (habitualmente transgénicos).
Huevos procedentes de gallinas camperas (número 1)
Al igual que las gallinas de suelo, tienen una nave con luz artificial para activar la producción y también se alimentan de piensos. La diferencia es que disponen, además, de un corral al aire libre con espacio para moverse en el que pueden alimentarse con hierbas y plantas. Cabe destacar que también se utilizan medicamentos y antibióticos mezclados con la comida, como en el caso de las gallinas anteriores.
Huevos procedentes de agricultura ecológica (número 0)
Estas gallinas viven de forma parecida a las camperas, con la diferencia de que los piensos que ingieren son de producción ecológica (con la certificación). Los antibióticos están totalmente prohibidos y sólo pueden utilizarse si la normativa de producción ecológica lo permite. También tienen luz artificial 24 horas.
A grandes rasgos, ya que el precio de los huevos varía en función de muchos factores, una docena de huevos de marca blanca, que suelen ser 2 y 3, puede rondar los 1,5 € mientras que una docena de huevos ecológicos cuesta 4,5 €. Tres euros de diferencia que se traducen en un huevo mucho más consistente, menos líquido que los huevos 2 y 3 y de color más potente, pues los piensos con que se alimentan las gallinas encerradas suelen variar el color de la yema. Cabe destacar también que en el caso de los huevos 2 y 3 la yema suele cuajar mucho peor, la clara se esparce y su sabor es mucho, muchísimo menos intenso se coma como se coma, pues finalmente el huevo sabe, por decirlo de forma clara y concisa, ni más ni menos que a lo que come la gallina.
Teniendo en cuenta, además, la calidad de vida de las gallinas y que el huevo es un producto habitual en nuestras despensas pero tampoco de consumo diario, una inversión de 3 € más no parece nada descabellado teniendo en cuenta los beneficios que nos proporcionan.
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