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AUDREY, ABANDONA EL CROISSANT

Desayuno con torrijas (y calimocho) en la Gran Manzana

Recorremos Nueva York de cabo a rabo en busca de bocados 'typical spanish'. Nos topamos con un tailandés que sirve calimocho, con una pastelería donostiarra con torrijas y hasta con gazpachos orgánicos 'made in USA'.

La torrija es lo último en New York.

La torrija es lo último en New York.Cocinatis

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Siempre me había parecido una paletada eso de ir a comer a un restaurante español para comer un sucedáneo de cualquier plato nacional a un precio mayor que en casa. Yo, que soy de Zaragoza, no podía evitar acordarme de mi paisano Paco Martínez Soria. Y siempre critiqué a los italianos por ir buscando siempre lo más parecido a la comida de la "mamma" allá donde fueran o los que no pueden tomar un frito si no es en aceite de oliva.

Pero desde que vivo en el exilio neoyorquino, si bien he cometido grandes errores como comprar con expectativas de banquete unas navajas de Massachussets, he descubierto que en Nueva York se encuentran algunos de los clásicos de nuestra cocina con un resultado más que convincente.

Después de que toda la comunidad de expatriados llorara el cierre de Manzanilla, el fantástico y ambicioso restaurante de Dani García en los aledaños del Madison Square Park, donde una de las especialidades iba con rabo de toro, ha habido que buscar bien y, curiosamente, muchas veces esos pequeños placeres de nostalgia gastronómica no han estado en sitos de adn ibérico.

Por ejemplo, las mejores croquetas de Nueva York no tienen denominación de origen, sino que están en un sitio tan pequeño, inesperado y "trendy" como Wise Men New York (hombres sabios de Nueva York), un local en el East Village de entrada casi imperceptible y en el que, en realidad, casi nadie va a comer sino a beberse unos cócteles de lo más chic. No nos emocionemos: no son ni de jamón ni de cocido, son de boletus. Redonditas y para chuparse los dedos.


En el reverso de tanta 'guayada' se encuentra ese tailandés barateras llamado Mini Thai Cafe ya en Alphabet City en el que puedes acompañar tu Pad Thai de toda la vida...  ¡¡¡¡con un calimocho!!! Eso sí que te deja de una pieza. Ya en España no los preparábamos con mucho esmero y aquí hasta el equivalente al vino de tetra brik es caro, así que la evocación de esos botellones adolescentes sale por 8 dólares con la tontería. La otra opción es tomárselo en el 100 Montaditos, que, sí, abrió hace poco en pleno West Village para alimentar a los estudiantes de la NYU. Pero no tiene tanta gracia, las cosas como son.

Para gracia, el caso del empresario estadounidense Austin Allan, que harto de su trabajo en un banco, amante de la cultura española y más que fluido en nuestro idioma, dio volantazo a su vida montando un negocio en Miami cuyo nombre lo dice todo: Tio Gazpacho. Efectivamente, en plena obsesión por lo orgánico y por la comida no procesada, sus botellas de gazpacho están empezando a verse en las tiendas estadounidenses, aunque todavía son mas fáciles de encontrar en Florida. Además del clásico, que está conseguidísimo, no ha podido inventarse variantes con col rizada, espinaca y aguacate (para paladares estadounidenses, 'what the fuck'!) y mi favorito: uno de tomate y pimiento amarillos con zanahoria que está que te mueres. Eso sí, esa botellita tan cuca cuesta nueve dólares.

Pero claro, no podemos dejar de hablar de esos empresarios españoles que decidieron darles a estos yanquies una lección de uno de nuestros mayores orgullos. Una de las últimas sensaciones del SoHo es la torrija: en la pastelería vasca Dulce Hogar, directa desde San Sebastián, las ha importado al barrio chupelerendi de Nueva York. Hay que darse prisa porque se agotan enseguida, pero merece la pena porque es como traerte a Nueva York a tu abuela.

Mientras todavía espero encontrar esa tortilla de patata que empiezo a asumir que no existe en Nueva York y con el hecho de que el buen jamón solo es sostenible si se introduce ilegalmente vía correo y/o maleta, me conformo con las paellas del Socarrat, que ya tiene dos locales en Manhattan y es una digna  nuestra de nuestro plato más internacional. Además, una de ellas tiene al lado La Churrería, aunque el resultado no está tan conseguido. ¿Os he logrado convencer? Supongo que no. Vale sí, lo reconozco. Comida española: ¡te echo de menos!

 

 

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