Tardar más de la cuenta en abrirlo, viajar con él...
Cuatro formas de arruinar un buen vino
Elegir un buen vino no asegura que vayas a disfrutar al cien por cien de él. Aún puedes cargártelo si no lo tratas como se merece. Aquí van cuatro errores de lo más habituales que pueden acabar con el mejor vino.
Publicidad
Es sabido que el vino es delicado. Que es muy susceptible a sufrir alteraciones de tipo biológico… pero ante todo, es sensible a nuestras prácticas más torpes. A continuación, cuatro cosas a evitar para disfrutar de tu momento vino a full.
Un lugar equivocado
Te has gastado un dineral. El vino lo vale, o quizás no, pero el plan que tienes en mente sí lo vale. Llegas a casa. Te recreas perdiéndote en todos los detalles de la etiqueta. Sujetas la botella como quien sujeta un bebé por primera vez. Tiras el resguardo de compra. Menuda pasta, duele verlo. Pero es una edición especial. Eres el amo. En menos de un minuto, tu tesoro y tu rostro de padre primerizo aparecéis en los perfiles de las redes sociales de tus colegas. Bravo.
- "¡¡Qué vinazo!!”"
- "¡Como te cuidas canalla!"
- "Invitaaaaaaaaa"
(Le das al "me gusta". Sonríes.)
Tras tu baño de masas virtual y exhibición de costumbrismo bon vivant, no se te ocurre otra cosa que guardar el vino en la cocina. Es más, parece que esos malditos huecos que diseñan entre el horno y la nevera son el lugar perfecto. Aquí llega la trilogía calor / vibraciones / olores. Piénsalo dos veces… De la gloria a la vergüenza en menos de un par de semanas, te tocará bajar al súper de la esquina para una solución de urgencia cuando descorches esa carísima botella de vinagre.Estás avisad@. De nada.
Los intangibles
La luna, o tu moral, o tu medicación, o lo que sea. El vino requiere de cierta disposición de ánimo para su pleno disfrute. Desconozco cuanta literatura existe al respecto y poco me importa, pero es empírico: si tu cuerpo dice NO, escúchale.
El tiempo
Sabemos que la vida te reserva momentos de felicidad y te lo mereces todo. Pero como no sabemos cuándo, guardar ESA añada única para una ocasión especial que tras años de nada se torna en un imbebible "pongo" de lo más 'cool', es un error. Plantéatelo al revés: ¿no es el mero hecho de abrir un vinazo un acontecimiento único?
Viajar
Viajar con vino es como rodar con niños: una jodienda, que diría Hitchcock. Pero bien. Lo has hecho. Has visitado esa región vinícola que tanto te gusta. Y has comprado vino. Mucho vino. Ahora tienes que volver a casa. Pero al vino no le gusta viajar y lo vas a cabrear, mucho: avión / tren / autobús / coche. Y todo ello pasando de 40 a 12 grados y viceversa pertrechado entre tu ropa sucia. Comprende que su estructura molecular quedará, como tu estómago, para el arrastre. No tengas prisa en abrir las botellas en tu destino de vuelta. Déjalas tres o cuatro días en un lugar oscuro, en posición horizontal, evitando movimientos y cambios bruscos de temperatura. El vino necesita su propia biodramina. Si has elegido bien, la espera valdrá la pena.
Publicidad