3 salsas para que tus hijos amen las verduras

¿Cómo pueden competir las verduras con un plato de macarrones o una pizza? Su sabor, más bien insípido, y su aspecto al hervirlas pueden ser el motivo por el que tus hijos rechacen comerlas.

Para conseguirlo, es importante ser ingenioso y buscar recetas y alternativas para hacer más atractivos estos alimentos. Por ejemplo, judías sofritas con tomate o con jamón, verduras con tempura o purés y cremas. También se pueden hacer salsas riquísimas que sirvan de complemento ideal.

En este artículo te damos tres ideas que seguro te van a salvar más de una comida o cena.

Pesto de albahaca con piñones

El pesto es una de las salsas más clásicas que se añade a la pasta. Si a tu hijo le gusta, prueba a añadirla también a un buen plato de verduras.

¿Cómo hacer una buena salsa pesto? Anota bien esta receta tal y como la haría Karlos Arguiñano. Los ingredientes necesarios son: albahaca, sal, aceite de oliva, ajo, queso parmesano (si a tu hijo le gusta) y piñones (sí, sabemos que van a precio de oro o incluso más, por eso más abajo te daremos alguna alternativa a este producto).

La cosa es tan sencilla como tostar los piñones en una sartén sin aceite e incorporarlos en la batidora con un ajo pelado, la albahaca, una buena cantidad de aceite de oliva y el queso si lo prefieres. Y ya está. Fácil, ¿verdad?

Esta es la receta original con piñones, ya que son beneficiosos para el sistema inmunitario, una fuente de proteínas, ácido fólico y vitaminas buenas para el cerebro. Pero, un inconveniente es el precio, que puede ser poco accesible para algunas personas.

Alternativas a los piñones

En vez de hacer la salsa con piñones puedes hacerla con avellanas, almendras, semillas de girasol o nueces, aunque estas últimas son poco aconsejables porque pueden producir un sabor amargo. También tendrás que vigilar los frutos secos que das a tu pequeño según la edad que tenga.

A esta receta también puedes probar a añadir menta o tomates secos para hacer un pesto rojo.

Salsa holandesa

Se llama holandesa, pero es originaria de Francia. Es muy sencilla y rápida de hacer, en unos veinte minutos la tienes lista.

Los ingredientes que necesitas son mantequilla, yema de huevo y zumo de medio limón.

Lo primero que tienes que hacer es fundir la mantequilla en una sartén. Mientras se funde, hay que batir las yemas de huevo. Cuando estén a punto de montarse, incorporar la mantequilla fundida sin dejar de batir. A continuación, un poco de sal y el zumo de limón.

Al ser una salsa cremosa, te ayudará a camuflar el sabor de la verdura, que tan poco gusta a los niños.

Entre las propiedades de esta salsa está en que es muy beneficiosa para el sistema inmunitario. Además, contiene proteínas, hierro, calcio y un montón de vitaminas (A, B, C, D, E y K).

Salsa de soja y miel

Ha llegado la hora de arriesgar un poco con esta receta para preparar salsa de soja y miel. La combinación de estos dos sabores, un toque salado y el dulce, es perfecta y muy original si quieres cambiar por un día las salsas más tradicionales como las anteriores.

Su elaboración no tiene mucho misterio. Se trata de mezclar la soja con aceite de girasol y la miel. Aquí tendrás que ir con mucho cuidado con las cantidades, para asegurarte de que le va a gustar a tu hijo. Por eso, lo mejor es ir probando de vez en cuando y corregir si es necesario.

En este caso se utiliza aceite de girasol porque el de oliva le dará un sabor más intenso. Aunque, evidentemente, lo puedes cambiar si así lo prefieres.

Esta salsa es rica en vitaminas y minerales, va bien para mantener un buen nivel de colesterol y para la concentración, básica para tus niños en época de estudios.

Una receta donde puedes incorporar esta salsa es la de tiras de verduras rebozadas con harina.

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