CONSEJOS DE PROFESIONAL
Los errores de medicina estética más comunes y cómo evitar que te pasen a ti
Veo a diario las consecuencias de decisiones tomadas por una oferta, una moda o un autodiagnóstico erróneo. Son errores que nadie comete a propósito, pero que marcan la diferencia entre un resultado natural y un arrepentimiento.

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Si mi consulta como médico estético hablara, contaría siempre la misma historia: la de la decepción que sigue a un impulso. Hoy no quiero hablarte de lo que sale mal, sino de cómo conseguir que salga bien y, para ello, vamos a repasar los errores más comunes que llegan a mi consulta para arreglar una mala decisión.
¿Hay que fiarse de las promociones en medicina estética?
El síndrome de la "oferta irresistible" es un clásico. La historia suele empezar con un: "Doctora, es que vi una promoción…". Lo entiendo, pero en estética, el verdadero coste no está en la factura, sino en el resultado. Un profesional cualificado no solo inyecta un producto; inyecta años de formación y un sentido de la armonía que no se pueden rebajar.
La clave: Invierte tiempo en investigar, no solo dinero. Tu rostro es una obra de arte, no un producto de liquidación. Busca un artesano, no un distribuidor.

Querer la cara de otra persona
Un mal de muchas es la tiranía del hashtag: cuando la tendencia borra tu rostro. Llegan con una foto de Instagram en la mano: los labios de una influencer, los pómulos de una modelo. Pero las modas son como la ropa de talla única: no le sientan bien a todo el mundo. Un rostro es un ecosistema de proporciones únicas. Imponerle una tendencia es como plantar una palmera en el Ártico: simplemente, no pertenece a ese lugar.
La clave: Busca inspiración, no imitación. Un buen tratamiento no te transforma en otra persona, te devuelve la mejor versión de ti.
Hacerse retoques antes de tiempo no rejuvenece, envejece
Otro de los grandes errores es caer en el peligro de "demasiado y demasiado pronto". Cada vez más jóvenes empiezan con rellenos que no necesitan, pensando que así previenen mejor. Pero el exceso no rejuvenece: envejece. Lo vemos incluso en cerebritis que se retiran tratamientos porque descubrieron que les sumaban años. La prisa por "hacer de todo" rompe la naturalidad.
La clave: Prevenir no es acumular. Confía en el criterio de un buen profesional que sepa decir "aún no" y respete los tiempos de tu piel.
Un retoque debe tener muy en cuenta la armonía facial
Otro gran clásico que me encuentro a diario es querer tratar la pieza sin ver el puzle. Es un gran error pensar que una zona del rostro se puede retocar de forma aislada. La cara funciona como un puzle: cada pieza influye en la armonía global. Unos pómulos bien tratados dan frescura, pero si se proyectan sin valorar el resto de facciones, el resultado es rígido y artificial.
La clave: Exige un diagnóstico integral. No se trata de embellecer una pieza suelta, sino de entender cómo cada cambio mejora el conjunto.
Diagnósticos equivocados llevan a errores evitables
También me encuentro en consulta mujeres que creen necesitar algo que, en realidad, no es lo que les favorece.
Muchos pacientes llegan convencidos de que necesitan labios más grandes, por ejemplo. Pero al analizar su perfil, vemos que el problema no son los labios, sino un mentón retraído que rompe la proporción. Actuar solo donde pide el paciente sin una visión global puede acentuar el desequilibrio.
La clave: La medicina estética es un diálogo. Un buen profesional escucha tu deseo, pero te guía hacia lo que realmente aporta armonía.

El cuidado facial del día a día es básico
Es un gran error olvidar los cimientos. Hay quien invierte en tratamientos caros y luego descuida lo esencial: protección solar, hidratación, descanso. Sin esos hábitos saludables para tu piel, el mejor de los tratamientos pierde eficacia y duración. Es como comprar un coche de lujo y no ponerle gasolina.
La clave: Piensa en la estética como un equipo: tus hábitos diarios son tan importantes como el procedimiento médico.
¿Qué es verse bien y qué te ayuda a conseguirlo?
Evitar estos errores no es seguir reglas, es cambiar la mentalidad. La medicina estética no es una carrera para borrar el tiempo ni un catálogo de tendencias. Es una herramienta para alinear cómo te sientes por dentro con cómo te ves por fuera.
El objetivo final no es que te digan: "¡Qué labios tan bonitos te han puesto!"si nono que te digan: "¡Qué bonita te ves!". En esa pequeña diferencia reside el secreto de un trabajo bien hecho.
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