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Tiempo de lucirlas

Consejos para cuidar de tus mantelerías

La Navidad es la época del año en que más partido sacamos a nuestras mantelerías, que suelen pasarse prácticamente un año en el cajón para salir de paseo en estas fechas en que se multiplican las cenas, comidas y picoteos.

Mesa de Navidad

Mesa de NavidadiStock

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Suele ocurrir que las mantelerías se estropean con facilidad, pues son piezas de batalla, que se manchan, rozan y arrastran, y nos vemos obligadas a renovarlas con más frecuencia de la que nos gustaría, incluso aquellas de más calidad y que solemos cuidar más. No hay soluciones milagrosas para que no envejezcan, pero sí algunos consejos que debemos seguir al pie de la letra para conservarlas en buen estado durante el mayor tiempo posible.

El principal problema: las manchas

Es raro que una mantelería sobreviva a una comida sin una sola mancha, y eliminarlas suele requerir un trabajo concienzudo y a menudo nada fácil. Lo mejor es actuar contra la mancha antes de que se seque, pero esto no siempre es posible, de manera que si la mancha ya está seca lo ideal es eliminarla con agua y un producto quitamanchas, a poder ser con movimientos circulares que impedirán que esta se fije. Para las manchas de grasa, el limón es muy efectivo, mientras que el vinagre es eficaz para manchas de café o chocolate. Para el vino tinto es conveniente usar vino blanco, mientras que el bicarbonato de sodio, mezclado con un poco de agua y aplicado directamente sobre la mancha durante un rato, puede ser muy efectivo para grasas, bebidas o restos de comida.

La temperatura: siempre agua tibia

El agua de lavado no debe ser ni demasiado fría, que no actuará bien contra las manchas y no eliminará correctamente los residuos, ni tampoco caliente, que puede estropear los tejidos generalmente delicados de la mantelería e incluso fijar más algunas manchas. Lo ideal es, tanto el manteles blancos como de color, usar siempre un programa con prelavado y agua tibia para garantizar la correcta conservación de los manteles y la eliminación de manchas y restos de comida. En el caso de las mantelerías blancas es fundamental, por supuesto, no mezclarlas en ningún caso con prendas de otros colores.

El detergente: ¿líquido o en polvo?

Pese a que el detergente el polvo ha caído en desuso últimamente, lo cierto es que no solo es más económico, sino muchísimo más eficaz contra las manchas. El problema es que requiere de una temperatura superior a 30º para ser efectivo, de manera que no nos conviene en el caso de las mantelerías a no ser que nos encontremos ante una pieza blanca, con manchas abundantes y que tenga margen para encoger un poco si es de algodón. Para el resto, un detergente líquido penetrará perfectamente en las manchas, que previamente habremos eliminado en su mayor parte con un quitamanchas, y estropeará menos los tejidos.

No al suavizante

El suavizante no solo es innecesario para la ropa, sino que además es muy contaminante. Lo mejor es no utilizarlo, pero si nos gusta el olorcito y textura que deja en los manteles, lo mejor es utilizar poca cantidad y añadirlo prácticamente al final del lavado.

Mantelería
Mantelería | iStock

Secado al aire libre

Siempre va a ser mejor el secado al aire libre, evitando siempre en la medida de lo posible el sol directo, que en secadora, especialmente en las mantelerías con bordados y encajes. No olvidemos que tanto el lavado con agua caliente como la secadora pueden hacer que los manteles encojan un poco. En el caso de mantelerías muy delicadas, una buena opción es evitar incluso el centrifugado, y retirarlas de la lavadora cuando aún estén mojadas, escurrirlas ligeramente antes de tenderlas y dejarlas secar al aire libre.

Planchado eficaz

Sí, las mantelerías se planchan, cosa que debe hacerse antes de almacenarlas para garantizar su correcta conservación y que estén en buen estado en el siguiente uso. En el caso de las piezas de algodón, lo mejor es un planchado a alta temperatura, utilizando siempre agua destilada y a poder ser con una sola pasada.

Guárdalos bien

Mejor en un lugar seco y cerrado, evitando dobleces y arrugas. Lo ideal es que tengas un cajón exclusivo para esos manteles que utilizas poco y, en el caso de los blancos, no estaría de más que los guardases en una bolsita opaca para que no pierdan el color. Si eres de las que no utilizas suavizante pero quieres que tus manteles huelan bien, siempre puedes hacerte con bolsitas aromáticas que incluso puedes elaborar tú misma con los aromas que más te gusten.

El estilismo está de tu parte

Una buena idea es combinar los más diversos tipos de manteles y servilletas, apostar por las superposiciones y, en definitiva, por cualquier truquillo que le dé swing a tu mesa al tiempo que te hace la vida –y la colada– mucho más fácil. Si tenemos el mantel hecho un cristo pero las servilletas están estupendas, siempre podemos adquirir un mantel nuevo que combine con las servilletas del otro juego, o si el mantel tiene una mancha traicionera, o una quemadura –ay, esas velitas navideñas– siempre podemos optar por superponer otra pieza más pequeña de un color que combine. La idea es, en definitiva, no tener juegos de mesa completos sino varias piezas que podamos combinar a nuestro antojo (esta premisa también vale para la vajilla), de manera que con un poquito de buen gusto y creatividad será como si cada día estrenásemos mantelería.

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