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Hablamos de basoexia

¿Y si solo te excitases a través de los besos?

Si bien se trata de una parafilia que limita la llegada del orgasmo, a cualquiera le podría resultar difícil imaginarse el placer sexual sin la implicación de los besos.

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Ya sabemos que orgasmo solo hay uno, pero caminos para llegar a él hay infinitos. No a todo el mundo le gusta el mismo sabor de helado, y por ello hay personas que se excitan más a través del clítoris, de la vagina, del ano, del pecho o de casi cualquier parte del cuerpo. Sin embargo hay algo con lo que casi todo el mundo parece excitarse: los besos.

Pero, ¿qué pasa cuando los besos son la única forma posible de excitación? Es lo que se conoce como “basoexia”. Como explica la sexóloga Norma Bejarano, “La basoexia puede definirse como una peculiaridad del ser sexuado o una parafilia (esta última en términos psicológicos) que consiste en llegar al orgasmo con un requisito: que esté presente el beso”. En otras palabras, “Es la atracción por el beso para excitarse y estimularse”.

De esta forma, una persona que se identifique con la basoexia, “Puede disfrutar el ejercicio del coito o gustarle mucho el sexo oral, pero requiere del beso para orgasmar”. Sin embargo estos serían los casos más extremos y no son siempre fáciles de identificar.

Y es que, al igual que en otras parafilias puede ser más difícil sentirse reflejado, en el caso de la basoexia es más complejo saber si seríamos capaces de llegar a conectar realmente con la otra persona sin besarnos, ya que se trata de una práctica casi normativa en el encuentro sexual. De hecho, incluso en el cine, películas como ‘Pretty Woman’ señalaban que el beso era la forma de más íntima de entregarse a la otra persona, y por ende, de demostrar que se estaba disfrutando del sexo de verdad.

“Casi todos podríamos sentir basorexia en algún sentido, el beso es muy placentero y potente, nos activa mucho fisiológicamente. Los labios son una de las partes del cuerpo con mayores concentraciones nerviosas y ocupan gran espacio en nuestra corteza sensorial”, insiste Bejarano.

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Así, la sexóloga también apunta que incluso no todos los casos de basoexia son iguales. “En otros casos se trata de necesidad de contacto y manifestación de los afectos cuando el beso está presente antes, durante y después de la interacción sexual y no es una formalidad para el orgasmo, sino para mantener el vínculo, o para motivar el deseo”.

De hecho, la experta apunta a que las personas que otorgan tanto valor erótico al beso tienen sus puntos positivos. “Descubren e interpretan mejor una expresión que otra; en este caso, el beso. No se preocupan tanto por el rendimiento genital, le dan más importancia al besarse para aumentar su respuesta sexual”.

Dando un paso más, la experta señala que las personas que sienten esta basoexia, puede que también tengan cierta tendencia a la demisexualidad, es decir, a necesitar de una conexión emocional y no sólo física para poder disfrutar de una relación sexual. Así, Bejarano apunta a que la clave está en “Disfrutar de contactos más íntimos o mayor conexión emocional, pero también creo que quienes practican la basoexia tienen o prefieren sensaciones más mágicas y viscerales”.

Si bien resulta difícil imaginarse una relación sexual sin besos, en el caso de que la necesidad imperativa de los mismos llegue a suponer un problema, es recomendable consultar con un especialista. Bejarano expone que no hay una situación problemática hasta que “Se percibe con angustia la incapacidad de llegar al orgasmo con la estimulación de otras partes del cuerpo, especialmente los genitales”. También puede llegar a causar malestar el hecho de que “No haya reciprocidad o compatibilidad con los gustos de la pareja. Es decir, que se compruebe que más que una conducta erótica disfrutable, se ha convertido en un trastorno”. En estos casos, como en otras parafilias, lo habitual es “Trabajar, entre otras cosas, con terapia cognitiva – conductual”.

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