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Desescalada

¿Dónde sigue estando el coronavirus? 7 lugares de riesgo

Saber dónde puede encontrarse el virus aún te ayudará a prestar más atención a la hora de prevenir el riesgo de contagio. Toma nota, en estos lugares todavía debes mantener la guardia alta.

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Los cambios de temperatura ponen a prueba la salud. De hecho, son los responsables de casi todas las dolencias, desde las propias del invierno hasta las provocadas por la pandemia de coronavirus. Virus y bacterias encuentran un terreno fértil cuando el organismo se debilita, y eso suele pasar en el llamado entretiempo, cuando cambiamos de estación y de clima.

Es en ese momento cuando debemos ayudar a nuestro cuerpo a adaptarte con la ayuda de vitaminas, minerales y antioxidantes. Y también cuando tendremos que mantenernos tan alejados como nos sea posible de los grandes focos de infección y aumentar las medidas básicas de higiene. Más aún en lo que respecta a la covid-19, que sigue ahí fuera aunque no podamos verla, y no conviene relajarse ni aunque pasemos de fase.

Los virus, las bacterias y los gérmenes están por todas partes, pero hay algunos lugares y objetos a los que conviene prestar especial atención durante la desescalada. Son estos.

Manillares, pomos y botones

Las neveras, los microondas y las puertas de las casas tienen algo en común: los manillares, los pomos y los botones de control como grandes receptáculos para acumular gérmenes, ya que suelen ser muchas las personas que los tocan a lo largo del día, incluso después de manipular otros objetos contaminados.

Ya sea en la oficina, en las tiendas, en los bares, y también en casa, después de tocar un tirador, debemos desinfectarnos las manos casi como un acto reflejo. Con agua y jabón, con gel hidroalcohólico o con toallitas desinfectantes. Si no nos es posible, al menos intenta evitar el contacto con los ojos, la boca y la nariz.

Lo mismo sucede con los botones de los electrodomésticos, como el microondas o las cafeteras compartidas, que todos tocan y nadie limpia.

Secadores de manos en baños públicos

Aunque muchos lugares públicos los están eliminando o clausurando temporalmente, en números restaurantes o incluso oficinas, nos encontramos con secadores de mano de pared que utilizan aire caliente o un rodillo de toalla.

Según diferentes estudios, las toallas eléctricas pueden llegar a absorber los gérmenes presentes en las superficies del baño y en los artículos sanitarios y luego enviarlos de vuelta a nuestras manos húmedas.

Para evitar ponerte en contacto con este agente de riesgo, es mejor que optes por el papel para sacarte las manos o, en su ausencia, que recurras a la manera tradicional y las sacudas en el aire. Cuanto menos toquemos en un baño público, mejor.

En cuanto a los inodoros, que albergan bacterias de todo tipo, siempre será mejor usar un poco de papel higiénico a fin de crear una barrera entre la piel y los microbios.

Teléfonos móviles y teclados

Seguro que lo has leído mil veces. Hay más de 15.000 bacterias en las pantallas de nuestros teléfonos y tablets, y en los teclados nuestros ordenadores. Un número impresionante, sí, pero que no extraña ya que manejamos estos dispositivos todos los días y a todas horas, después de comer, de usar el WC, de manipular otros objetos, de tocar los pomos y, en definitiva, de tocar un millón de cosas que nunca (o casi nunca) limpiamos adecuadamente.

Para protegerte de contagios, usa toallitas higiénicas o un paño suave para limpiar e higienizar las pantallas de tus dispositivos, y hazlo varias veces al día si es necesario. Para los teclados puedes usar sprays desinfectantes (los mismos que se usan para limpiar superficies) o un trapo humedecido en algodón.

Limpiando pomos
Limpiando pomos | iStock

Paños de cocina y estropajos

Los paños, los trapos y los estropajos son los objetos más sucios de la cocina. Ni los platos que se acumulan en el fregadero acumulan carga bacteriana. Migajas de pan, residuos de comida y polvo, miles de gérmenes acechan en la tela y en los poros de las esponjas, que terminan en nuestras manos sin que nos demos cuenta, y a veces también en la ropa, en los utensilios de cocina e incluso en nuestra comida.

Por esta razón, y ahora más que nunca, el papel absorbente desechable debería sustituir al tradicional paño de cocina, o al menos alternarlos. Si eres una nostálgica del viejo paño de tela, recuerda cambiarlo cada dos días y lavarlo a 60 grados.

Huelga decir que los platos hay que secarlos evitando el uso de trapos de cocina. Con papel o al aire. Sin embargo, las esponjas y estropajos deben dejarse en remojo en agua tibia y bicarbonato de sodio durante 8-12 horas. De esta manera nos aseguraremos, no sólo la ausencia de olores desagradables, sino una higiene máxima.

Cajeros automáticos

Los teclados de los cajeros automáticos también son una estupenda fuente de bacterias. Y de las más peligrosas, pues si bien tenemos una mínima esperanza de que los manillares, los pomos e incluso los botones de la máquina de café se limpien y se desinfecten de vez en cuando, con el panel de control de un cajero automático, por el que pasan decenas de personas al día, más nos valdría santiguarnos.

En este caso, lavarnos las manos durante un minuto, frotándonos bien entre los dedos y llegando hasta las muñecas es el único método válido para eliminar todas las bacterias que sin lugar a dudas se nos habrán adherido a las manos después de usarlos.

Las barras del metro y del bus

Estamos de acuerdo. Son un apoyo necesario para mantenernos anclados al suelo durante el traqueteo del tren o los movimientos bruscos del bus, pero las barras de sujeción del metro, el autobús, el tranvía o cualquier tipo de transporte público, son tan útiles como sucias, y son otro de esos lugares con los que todos tenemos contacto frecuente y donde se concentran los virus.

Piensa que cualquiera que se apoye en ellos, puede que acabe de sonarse la nariz, de toser, de tocar su teléfono móvil, de rascarse la cabeza, de atarse los zapatos, de hurgar en el bolso… o vete tú a saber. Así que si no puedes evitar tocarlos, recuerda lavarte bien las manos en cuanto puedas (lo de llevar un botecito de gel higienizante en el bolso ya debería ser un must a estas alturas de la vida) y ni se te ocurra tocarte la cara antes de hacerlo.

Una vez en casa, evita sentarte en la cama, en el sofá o hacer ningún tipo de tarea doméstica con la ropa del día porque los patógenos se mantienen en las telas y pueden contaminar sábanas, ropa de hogar y otras superficies de casa.

Zapatos y bolsos

Que en las suelas de los zapatos acechan innumerables bacterias no es ninguna novedad. El coronavirus sólo es una razón más por la que deberíamos aprender a quitarnos los zapatos tan pronto como crucemos el umbral de casa. Si quieres convertirlo en un hábito, deja siempre unas zapatillas en el hall de entrada, para cambiarte de calzado cómoda e inmediatamente.

Esto evitará que la suciedad y los gérmenes de la calle entren en tu hogar como Pedro por su casa y se instalen si pagar en alquiler. No es necesario que desinfectes todo tu calzado después de usarlo, pero sí conviene que se aireen antes de guardarlos.

En cuanto a nuestros preciados bolsos, también pueden atraer bacterias pues no sólo se encargan de guardar y proteger nuestros smartphones, llaves, agendas, carteras… sino también de mantener concentrada toda su suciedad.

Un consejo es que no los pongas nunca en el suelo ni los apoyes en los asientos del transporte público, y por supuesto lávalos periódicamente. Si no se pueden meter en la lavadora ni lavar a mano, pregunta por productos tipo aerosol que consigan desinfectarlos sin dañar el tejido.

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