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Cabrales, patatas al ajillo, curry picante...

Diez platos que debes evitar en una primera cita

¿Cuál es tu plato favorito? ¿Los callos?, ¿el queso cabrales?, ¿quizá las criadillas? Pues majete, aguántate por un día y métete tus preferencias en salva sea la parte. En una primera cita no te puedes mostrar tal como eres, caramba. ¿O no quieres triunfar?

¿Queso azul en una cita? Debes estar de broma...

¿Queso azul en una cita? Debes estar de broma...Freeimages

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Bienvenidos al consultorio sentimental de Cocinatis. En los últimos tiempos hemos recibido muchas cartas (sí, en sobre y todo) de internautas que nos siguen preguntándonos sobre qué cena proponer en una primera cita. Al fin y al cabo, hemos hechos ya otras veces series sobre cómo llevar una relación gastronómica con tu ligue. Amigos, cada persona es un mundo y los hay que esperan una langosta Termidor y también hay algunos que con un perrito caliente se ponen tan contentos. Eso sí, hemos recopilado aquí para vosotros diez platacos que tienen la capacidad mágica de arruinar un primer vis a vis. Es decir, que en lugar de acabar juntos en el catre, acabarás viendo la teletienda con una bolsa de patatas gigantes pensando si realmente necesitas unos cuchillos Ginsu.

Al ajillo... nada de nada. Ay, locuelo, que piensas que lo mejor para la primera vez es un tapeo informal y te dejas llevar... Acabas pidiendo unas patatas alioli brutales o unos champiñones al ajillo de esos que harían que Drácula palmara solo con olerlos a varios kilómetros de distancia. Con un aliento como ese, ¿a dónde vas? La cobra está prácticamente asegurada.

Disparates chocolateados. Los postres fantasiosos con chocolate nunca deben estar en una primera cita. Hablamos de esas fuentes en las que se mojan frutas o de esos que mezclan texturas líquidas, fundidos varios y, en fin, chocolate en la forma más pringosa posible. Si no acabas con un marrón en la camisa, de lo que no te libras seguro es de una sonrisa negruzca que hará que tu sexy se precipite por un pozo sin fondo.

Kebabs. Pensaste en algo informal y acabaste decidiéndote por un kebab. Lo que siguió después fue una sinfonía de salsas correteando por tus manos, tus dedos y hasta casi tus antebrazos. Felicidades, acabas de quedar como un gorrino absoluto ante sus ojos. La próxima vez, elige mejor un falafel, que eso no mancha.

Ostras. Invitar a tu recién estrenada conquista a unas ostras (aunque sea en barra) equivale a mandarle un mensaje en plan "estoy más caliente que el palo de un churrero". Todos nos sabemos de memoria las comidas supuestamente afrodisiacas y caer en el topicazo de estrenar vuestra primera cita con una de ellas es una de esas decisiones que nunca debiste haber tomado.

Curry. Un simpático camarero indio te extiende una carta y preguntas si el curry de gamba roja pica. Te dice que solo un poquito, sin dejar de mostrarte una sonrisa más blanca que un muñeco de nieve en el Bernabéu. Lo pides. Craso error. Lo que sigue es un apocalipsis nuclear en tu estómago y en el de tu pareja, acompañado de sudor sobaquero. 'Cita over'.

Quesos fuertotes. Los aficionados al queso nunca se dan cuenta de que esos olores que a ellos les hacen levitar por los aires pueden no provocan el mismo efecto en otras personas. Una fuente de queso Cabrales o una torta del Casar recién abierta despiden unos efluvios que, en caso de que tu cita no sea muy quesera, pueden ser tu harakiri sexual.

Pasa del sushi. A no ser que tu cita tenga un doctorado en cultura japonesa, su habilidad con los palillos es todo un misterio. Y se te ocurre llevarla a un japonés. Si es que eres tonto de capirote. Si no se le dan bien los palillos, se morirá de vergüenza y estará deseandito irse a casa desde el primer nigiri. ¿Para qué arriesgarse con el sushi entonces?

¡Stop 'paluegos'! Los 'paluegos' son esos entrañables trocitos de comida que se quedan incrustados en tus muelas hasta que, de repente, y propulsados por la saliva, salen al exterior en busca de un nuevo hábitat donde seguir habitando. Los frutos secos están entre lo más reconocidos así que ojito con pedir una ensalada con avellana, almedras o pistachos si no quieres que vuestro primer intercambio de fluidos bucales lleve sorpresa.

Rarezas extremas. Es un mundo difícil el de la primera cita como para andar complicándolo. Imagínate si decides invitar a una ración de cradillas, zarajos, entresijos o riñones. Aunque la casquería sea lo tuyo, ese día no te queda más remedio que envainártela. Apuesta por algo más 'soft', que si no vas a parecer un salvaje desde el minuto cero.

Menús degustación de 'taitantos' platos. Cena ligero, cena ligero, cena ligero... repite este mantra hasta la saciedad y evita ponerte como el Tenazas ese día con un menú degustación. Después de diez o doce platos, ¿tú crees que vas a dar la talla? Y si eres capaz, escríbenos y danos tu teléfono, que la cosa promete-

 

 

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