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Bebe despacio, toma agua y procura comer

10 consejos para que la bebida no nos juegue una mala pasada en Navidad

Estas fechas son muy de engancharse a la botella. Os damos 10 consejos para que os lo toméis con un poquito más de calma. Que nos conocemos, tunantes.

Bebe con moderación. Es tu responsabilidad.

Bebe con moderación. Es tu responsabilidad.Pixabay

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Pero mira cómo beben y vuelven a beber... No, no hablamos de los peces, hablamos de ti, que estás ahí leyendo esto y que te dispones a entregarte a una orgía de alcohol en unas horas. Seguramente pensarás que no pasa nada, que, al fin y al cabo, son solo unos días y que esto "es lo normal", pero, cuidado, porque el abuso del alcohol puede llevarte a a) besar la lona si te pasas y b) engordar aún más. Por eso, hemos querido darte 10 consejos para evitar que la bebida te juegue una mala pasada.

Vigila las cañas. En muchas ciudades de España, es tradición lo de tomar "unas cañitas" a mediodía. Vale, no hay problema si se trata de tomar un aperitivo e irnos a casa tempranito, pero el problema surge cuando tomamos una. Y otra. Y otra. Y así 'ad nauseam'. El resultado final es que llegamos perjudicados a la cena y encima seguimos bebiendo...

Bebe agua. Tan sencillo cómo eso. ¿Ves ese vaso que está al lado del del vino en la mesa? Ajá. ¿Tienes alguna idea de para qué puede servir? Pues sí, es para tomar agua. Cristalina y pura. Sana. Si no vas a renunciar al tinto o al blanco, al menos alterna los traguitos con sorbitos de agua. Tu estómago y tu cabeza te lo agradecerán.

Ojito con los cócteles. Llegas a la cena y tu cuñado te ofrece (aparte de una visión dantesca con orejas de reno y gorro de Papá Noel) un cóctel 'made in Pachi'. Lo ha hecho él mismo y, por tanto, no tienes ni idea de lo que lleva. Puede ser un bebedizo ligero o tener tanto alcohol como para tumbar a un minero galés. Vete con precaución, por tanto. Por lo que pueda pasar.

Y cuidadín con el champán. ¡Ay! Entramos aquí en un terreno espinoso. El champán y el cava son de esas bebidas que entran divinamente pero que pueden hacer que llegue el señor del mazo en cualquier momento. Estás tan contento, tomándote tu sexta copa y de repente, ¡pum!, estás en el suelo. ¿Cómo ha ocurrido?

Date una tregua. Chico, no bebas cómo si te fueran a quitar la botella. Y no te pases todo el santo día enchufado al frasco. Hay momentos en los que no es necesario beber, de verdad. Puedes sustituir la copita de turno por una infusión o un café descafeinado. Tranquilo, pronto llegará la noche y podrás empezar a beber de nuevo...

Cuidado con las copas con bebidas energéticas. Son combinados que están de moda y son peligrosos, porque uno se nota despierto pese a que pueda estar verdaderamente borracho. Por tanto, son copas que pueden provocar una sensación engañosa en la persona que las toma...

Los digestivos no lo son. El alcohol, por mucho que tu tía abuela se empeñe, no es digestivo. En el mejor de los casos, ese chupito para rematar la cena no te hará ni mal ni bien. En el peor de los casos, aumentará tu borrachera y tu sensación de deshidratación.

Las copas, cortitas. No hay necesidad de echarse media botella de ginebra en el vaso: así solo conseguiremos que la copa sea imbebible y que caigamos redondos si nos tomamos más de una de ese estilo XL. Lo mejor es tomarlas cortitas o, si queremos ir un paso más allá, reducir el alcohol a la mínima expresión.

Acompaña el alcohol de comida. Beber sin nada que echarse al estómago siempre hará que se amplifique el estilo del alcohol. Mira, estás en Navidad, no será porque falte comida en la mesa, así que si vas a tomarte un vino o una cervecita, procura siempre que haya una tapita al lado para que no te caiga en vacío.

Bebe despacito. Esto es de primero del 'Manual del perfecto bebedor', pero muchas, demasiadas veces, nos olvidamos de este mandamiento básico. Cuánto más despacio nos tomemos la copa, más tardará en acabarse y, por tanto y por las reglas del espacio-tiempo, acabaremos bebiendo menos. Sencillo, ¿verdad? Pues eso.

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