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Están por todas partes

Cómo reconocer a un impostor gastronómico

Hacer referencia a la afición de los chefs al 'running', estar al tanto de las últimas modas o marear la perdiz con el vino, entre las señales para descubrir a un impostor gastronómico

El impostor gastronómico siempre está a la última. O eso intenta aparentar.

El impostor gastronómico siempre está a la última. O eso intenta aparentar.Pexels

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Ahora que según las autoras de 'Usted primero' (Espasa), "la gastronomía es la gran religión del siglo XXI", desentrañamos con Carmen Posadas y Marta Robles cómo es el 'Perfecto Impostor Gastronómico'. Éste es uno de cuantos desfilan por las páginas de su último libro; un compendio de buenas maneras y reglas no escritas con las que cumplir el expediente o simplemente salir airoso ante cualquier ocasión. A veces, incluso, sin tener la menor idea. También a la hora de hablar de gastronomía o de sentarse a una mesa.

Entregadas a los placeres de la vida, viajadas, acostumbradas a socializar y correctísimas en sus formas, ambas escritoras detectan enseguida a los "enteradillos" en una conversación gastronómica. Igualmente "a los que no suelen salir a comer fuera porque siempre piden lo más caro cuando les invitan"; o a los que no puedes esperar que te sorprendan en la cocina cuando desconocen lo que es "el fondo de despensa". En su obra conjunta aportan temas y actitudes clave con las que reconocer a un impostor gastronómico o hacerse pasar interesadamente por uno de ellos.

Las autoras recomiendan en cualquier caso evitar obviedades y banalidades para salir al paso como cuando hablamos del tiempo con un conocido en el ascensor. Advierten del error de caer en anécdotas históricas sobre el origen de una receta de esas que tanto aburren al interlocutor no gourmet. Si estás ante gente poco entendida, aconsejan sacar a colación detalles de la actualidad gastronómica sin miedo a caer en el cotilleo. "Con osadía". Así, nada mejor que empollarse "los restaurantes (pronúnciese mejor restorantes) que están de moda", comentar "la afición de los chefs por el 'running'", o la popularidad que alcanzan sus parejas cuando éstas no son ya más famosas que ellos. La exposición mediática de la gastronomía es tal que (casi) todo vale.

Conocer los "restoranes" con estrella Michelin (y poco más de éstos) así como los puntos Parker de cada vino es indispensable para cualquier impostor gastronómico. También los términos culinarios básicos para poder mantener una conversación sin perder el hilo. Las tendencias marcan la pauta y superado el 'coulis', el aceto balsámico y el PX, ahora hay que poner sobre la mesa el plancton, el caldo -¡nunca en referencia a un vino!-, el vermut y el 'gluten-free'.

Como mejor se desenvuelve el impostor gastronómico es con una copa en la mano. Le gusta remover sin descanso la bebida, dilucidar por la vía del olfato sus aromas, "oler también el corcho que lo dejan sobre la mesa", apunta Carmen Posadas, y desestimar una botella recién descorchada para pedir caprichosamente otra. "El que se hace pasar por entendido en vinos es el perfecto pedante; me parece horrible", esgrime Posadas. Marta Robles invita a este tipo de impostores a especializarse "en tipos de copas, por ejemplo" para resultar más interesantes. La pastelería es otro de los campos abonados a la impostura. "La gente estudia y aprende sobre repostería para impresionar", afirma Robles.

Las dos autoras escriben con conocimiento de causa de los impostores gastronómicos. Dicen haberlos sufrido y padecerlos todavía, en especial cuando salen juntas a comer semanalmente. En Madrid van de forma habitual al Seven & Six, en el Paseo del Pintor Rosales; mientras que en Barcelona comen bien y se divierten en cualquier local del grupo Tragaluz.

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