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RECORREMOS LA RUTA DEL VINO RIAS BAIXAS Y DISFRUTAMOS DE SUS ALBARIÑOS

Cinco bodegas que vale la pena visitar en las Rias Baixas

Recorremos parte de la Ruta del Vino D.O. Rias Baixas y descubrimos cinco bodegas que merece la pena visitar y que forman parte de una recorrido lleno de sorpresas con una oferta enoturística y gastronómica insuperable.

Lagar de Fornelos

Los viñedos de Lagar de Fornelos. Cocinatis

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Aunque es cierto que un buen albariño entra estupendamente todo el año, tal vez el verano es la época en que más nos apetece disfrutar de estos blancos jóvenes, frescos, afrutados, con un punto de acidez, que tan bien se llevan con el marisco y que tan bien sientan en una noche calurosa. Para descubrir todas las particularidades de estos vinos nos hemos ido hasta la zona de las Rias Baixas, en Pontevedra, y hemos disfrutado de la popular Ruta del Vino Rias Baixas, que nos ha llevado no sólo a bodegas high-tech y a otras familiares, sino tambiém a pazos de ensueño, jardines que parecen recién salidos de 'Alicia en el país de las maravillas', fascinantes puestas de sol, paseos junto al mar y, claro, mariscadas que sólo pueden hacerse realidad a orillas del Atlántico.

Y es que entregarse al enoturismo en la costa gallega es disfrutar de uno de los paisajes más hermosos de España, con sus playas rocosas, sus parques naturales (visita obligada son las Cíes y Ons), su clima privilegiado y una cultura del vino, probablemente inesperada para muchos visitantes, que se respira en cada rincón y que ha tomado la forma de una ruta que nos ha llevado a descubrir algunas bodegas en las que merece la pena adentrarse, copa de albariño en mano, para descubrir no solo todos los secretos de un vino que nos gusta a todos, sino también de esa manera gallega tan fascinante de entender la vida. Aunque hay más de 30 bodegas en la ruta, aquí van nuestras cinco recomendaciones:

1- Quinta Couselo.Esta pequeña bodega familiar está situada en la zona de O Rosal, una de las cinco subzonas que forman la D.O Rias Baixas, y que se caracteriza por sus vinos jóvenes, amables y afrutados, fruto de la combinación de variedades de uva como pueden ser la loureiro o la treixadura, además, claro está, de la omnipresente albariño.

En estas pequeñas bodegas se produce, entre otros, uno de los vinos más populares de la zona, el Turonia, un monovarietal albariño ideal para maridar con mariscos y pescados azules. Es un vino de gran personalidad, muy frutal, con la acidez propia de los albariños, un vino persistente y voluptuoso, resultado de la crianza sobre lías finas durante cuatro meses.

Otra de las joyas de esta bodega que rezuma encanto es el Quinta Couselo, otro monovarietal albariño muy amable y fresco, ácido, frutal, con un agradable retrogusto a flores. La bodega está abierta al público para visitas guiadas, y también para comidas de grupo, cosa que recomendamos encarecidamente. Su agradable terraza con vistas a los viñedos es el enclave ideal para disfrutar de una comida 100% gallega, perfecta para maridar con sus diferentes vinos: pulpo, filloas, merluza a la gallega... y un buen orujo en una de las 'chaisse-longe' nos harán, sin duda, ver la vida de otra manera.

2- Santiago Ruiz. No se puede visitar la zona sin llamar a la puerta de Rosa Ruiz y descubrir los indiscutibles encantos de su propiedad, la bodega de San Miguel de Tabagón, el lugar en el que probablemente se dio a conocer al mundo el vino albariño. Y pasó por casualidad, como suelen pasar las grandes cosas de la vida, de la mano de Santiago Ruiz, su padre, un bodeguero autodidacta que hacía vinos para familiares y amigos en la bodega de casa, siempre bajo la atenta mirada de sus hijas y con la sabiduría del que conoce la tierra, las particularidades de un clima húmedo, templado y lluvioso, y de una uva pequeña capaz de convertirse en flores y frutas, con ese punto de acidez que caracteriza los vinos de la zona.

Hace 50 años que Santiago Ruiz creó el albariño que lleva su nombre, un brebaje complejo y elegante, con una perfecta acidez, fruto de la combinación de uvas albariño (70%) loureiro (15%), caíño blanco (10%), treixadura y godello (5%), todas típicas de la zona O Rosal, sin saber que iba a convertirse en un transgresor en el mundo de la enología y en uno de los grandes nombres de esta D.O. "Mi padre hacía vino para sus amigos", nos cuenta su hija Rosa, que ahora realiza personalmente visitas a la bodega primigenia y que acaba de presentar un monovarietal albariño muy interesante con su nombre, Rosa Ruiz. La propia Rosa nos explica que su padre "nunca pensó en venderlo", motivo por el cual escogió una etiqueta peculiar, que ahora nos parece profundamente contemporánea pero que en su día fue tan transgresora como su vino: el mapa que una de sus hijas dibujó a mano para orientar a los invitados a su boda.

3- Pazo Baión. De dos bodegas pequeñas y familiares nos trasladamos a un lugar espectacular que cuenta con una bodega absolutamente high-tech y con algunos de los vinos más interesantes de la zona. Antes de catar el albariño Pazo Baión, un vino exclusivo y elegante, conviene dar un paseo por los enormes y espectaculares viñedos, 287 hectáreas de uva albariña, y sentir, al fin, en nuestras propias carnes qué es pasear por los sofisticados jardines de un lujoso pazo.

Pazo Baión es, además, un lugar con historia, pues fue residencia en su día del narcotraficante Laureano Ubiña y se ha convertido con los años en un emblema de la lucha contra el narcotráfico. Su historia ha sido azarosa, ya que tras ser durante una época propiedad del estado ha pasado por diversas manos, entre ellas Freixenet. Desde 2008, es propiedad de la bodega Condes de Albarei, que elabora un albariño que es canela fina: el Pazo Baión, muy elegante, floral y cítrico, sedoso, persistente y exclusivo. Aquí encontramos desde clases de formación hasta visitas, eventos a medida y todo tipo de actividades para disfrutar de una experiencia enoturística sin parangón en la zona.

4- Pazo Quinteiro da Cruz. Y de un pazo a otro pazo, en esta ocasión en O Salnés, un lugar bucólico y mágico donde pasear por unos jardines repletos de recovecos y rincones de ensueño, rodeados de camelias, que nos harán sentir por momentos en una especie de cuento de hadas en el que se bebe a partes iguales vino y té.

Y es que aquí, en esta casa solariega del siglo XVIII cuyos jardines acogen más de 1.500 especies vegetales, puedes apuntarte, si lo deseas, a una ceremonia del té que tiene lugar en un rincón de sus magníficos jardines, con todo cuidado hasta el último detalle, desde la vajilla a las cucharitas, los canapés y los pastelillos, y degustar diferentes tipos de tés con diversas intensidades que se elaboran con mimo en el propio pazo. Además de estas ceremonias y de numerosas actividades relacionadas con el crecimiento personal, también se elabora un vino, el Quinteiro da Cruz, un albariño fresco y delicado, muy muy floral, ideal para maridar con los mariscos de la zona.

5- Lagar de Cervera. Esta pequeña bodega, una buena muestra de las viejas prácticas vinícolas rebosantes de tradición, es propiedad desde hace unos años de Rioja Alta. Esto no ha cambiado ni un ápice la manera de trabajar de una bodega, ubicada en el mismo término de Fornelos, situada al pie del río Tamuxe, un lugar perfecto para darse un baño entre sus ocas durante los veranos calurosos y húmedos.

La bodega cuenta con 75 hectáreas de viñedos, que pueden visitarse mientras se camina por sendas solitarias y onduladas, y que dan lugar a un monovarietal albariño suave y muy amable llamado Lagar de Cervera.

Pero el vino no es la única especialidad de esta bodega, que elabora, además, un cotizado aguardiente de hierbas, y un orujo, ambos llamados Viña Armenteira. De hecho, si decidimos visitar la bodega, no sólo vamos a conocer los recovecos de la elaboración del vino y las particularidades climáticas de una zona que propicia el desarrollo de vinos de potente acidez y suaves notas florales y frutales, sino que también nos explicarán cómo se elaboran los licores de alta graduación, tan populares en la zona.

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