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Hay mejores métodos

¿Es el rincón de pensar un buen recurso educativo?

Piensa en tu hijo, ¿cuántas trastadas puede hacer a lo largo de un día? Un ejemplo: tu hijo está pintando y decide que no quedaría mal en su camiseta unos cuantos rayajos. Entiendo tu enfado cuando lo veas, toca frotar. Pero, ¿de verdad crees que vale para algo enfadarse y mandarlo al rincón de pensar? Nuestro razonamiento no es igual que el suyo. Tú lo mandas para que piense que pintarse la camiseta no está bien, ¿no?

Madre riñe a niño

Madre riñe a niñoiStock

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Vale, pero es que igual su cabeza no entiende que eso no está bien, él estaba pintando y ha sido la camiseta la que se ha cruzado en su camino. Si lo mandas al rincón de pensar sin más explicaciones igual no entiende nada o igual entiende que pintar no es bueno. Las mentes infantiles son complejas.

El rincón de pensar tiene sus seguidores, hay quien piensa que tiene su utilidad. Otros (entre los que me incluyo), sin embargo, pensamos que el rincón de pensar es una forma de castigo, leve y encubierta, pero un castigo. No un castigo físico, obviamente, pero para mí sí que es un castigo psíquico y una estrategia poco educativa. Se basa en el método time out o de tiempo fuera. El niño lo ha hecho mal y lo sacamos del juego. Lo mandamos a un sitio a que piense, normalmente en un rincón o silla, a veces incluso en otra habituación solo. ¿De verdad un niño pequeño si lo mandamos a pensar le va a valer para algo? ¿De verdad quieres que tu hijo asocie pensar a castigo? Probablemente la respuesta a todas estas preguntas sea una negación. Lo estás mandando a un sitio aislado sin recursos para resolver su conflicto.

¿Recuerdas cuando nos portábamos mal en el colegio y la profesora nos ponía a todos a pensar? ¿O cuando te mandaban a pensar a la pared? ¿Aprendiste algo de ello? Yo sigo pensando que no.

Quizás lo mandes al rincón de pensar porque ha pegado. ¿Crees que aprende algo quedándose solo? ¿Quieres que recapacite que lo que ha hecho está mal? Siéntate con él y habladlo. Explícale que lo que ha hecho está mal y que tiene unas consecuencias. Intenta no gritar y nunca lo dejes solo. No servirá de nada.

Niño enfadado
Niño enfadado | iStock

¿Cómo le enseñamos que los malos actos tienen sus consecuencias sin castigar? Imagina que haya molestado a su hermano que jugaba plácidamente y le ha tirado los juguetes. Eso está mal, lo tiene que entender, no se molesta a los demás. ¿Vale para algo mandarlo solo a un rincón a que piense? Ya hemos visto que no. Quizás es mejor que aprenda las consecuencias de sus actos. Primero de todo mantente tranquila, cuenta hasta 10, respira profundo y luego habla. Explícale porqué está mal lo que le ha hecho y luego que vea que sus actos tienen consecuencias: debe pedir perdón y recoger los juguetes que ha tirado. Es una consecuencia inmediata y proporcionada. De nada vale tampoco castigarle una semana sin tele por fastidiar a su hermano y haberle tirado los juguetes por tercera vez. Eso sería totalmente desproporcionado y no inmediato.

¿Qué alternativas tenemos al rincón de pensar? La verdad es que hay muchas y seguro que tú puedes inventarte otro recurso diferente que os valga a vosotros en concreto. Tenemos la mesa de la calma de la pedagogía Montessori, el rincón de resolver conflictos, el rincón de conectar… Llámalo como quieres. Pero todos tienen en común que destinamos un sitio para resolver nuestros conflictos. Eso está muy bien cuando el conflicto nos pilla en el aula o en casa. Pero fuera de estos lugares también pueden surgir conflictos que debemos saber resolver.

No lo castigues, habla con él, enséñale valores, enséñale a gestionar sus emociones, a resolver conflictos. Así sí que él solo aprenderá a pensar qué está bien y qué está mal, es el mejor recurso que le puedes ofrecer.

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