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NUTRICIÓN

Las 10 grandes mentiras de la dieta mediterránea

Hablamos con un experto en la dieta mediterránea para descubrir por qué es tan importante mantener buenos hábitos alimenticios y cómo aprender a detectar los bulos.

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“Las dudas intencionalmente generadas y la creación de confusión y oscuridad están facilitando que se mantengan mitos y leyendas sin fundamento alguno”, expone sin tapujos el Dr. Miguel Ángel Martínez-González. Para quienes la verdad y la ciencia son el único objetivo, destapamos de su mano estas falsas creencias sobre la dieta mediterránea:

1. Hay que tomar tres vasos de leche al día. “Esto es claramente exagerado. Un mito al que hay que decirle adiós. No son necesarios tres vasos de leche diarios. Tal

recomendación tuvo y tiene más motivación comercial que sanitaria”, explica el autor del libro denuncia “¿Qué comes?” (Ed. Planeta). Dejando la leche y los quesos a un lado, podemos recurrir a otras fuentes de calcio no lácteas como, por ejemplo, los higos secos, el brócoli, las almendras, el salmón, las sardinas, los boquerones, las espinacas o las alubias. Pero, advierte el doctor, “no deberíamos considerarlos como

la gran panacea para lograr huesos sanos”.

2. Lo de la sal no es para tanto. “El sabor salado, hábilmente introducido en los alimentos procesados, contribuye a que se consuman en mayores cantidades de las que inicialmente uno pretendía”. Como indica el experto, la sal vende mucho, y en

abundancia enmascara la baja calidad de la comida. Un buen sustituto a tener en cuenta son las especias o las hierbas aromáticas.

3. La pizza es mediterránea porque es italiana. Sí y no. La pizza oculta sal, demasiada sal, tanta que hace casi imposible cumplir las recomendaciones de consumo saludable de sodio. “Abandonar los beneficios de los alimentos frescos y naturales para lanzarse a comer ultraprocesados es de los peores errores que hoy comete la gente al dejarse llevar por su precio y su comodidad”, sentencia el Dr. Martínez-González.

4. El café sube la tensión y es un tóxico adictivo. Decir que el café sólo contiene cafeína es un mito y una teoría absurda. “La cafeína es adictiva, cierto. Pero el café

es una mezcla compleja de sustancias, como el ácido clorogénico y muchos otros fenoles, que ejercen un beneficio claro para la salud”. De hecho, en algunas dietas el café es la principal fuente de polifenoles, ésas son sustancias vegetales de efecto antioxidante y antiinflamatorio muy interesantes en medicina preventiva. “También se ha comprobado científicamente la protección del café contra la enfermedad cardiovascular y el cáncer de hígado”.

5. Si tienes alto el colesterol, no puedes comer huevos. Es cierto que la yema de huevo tiene mucho colesterol y que tenerlo alto es un factor de riesgo para los ataques cardiacos. Pero un equipo internacional en el que el Dr. Martínez-González participaba analizó diferentes estudios para ver si quienes consumían más huevos desarrollaban o no más enfermedad coronaria durante el seguimiento, si influía en el riesgo de ictus, la insuficiencia cardiaca o la mortalidad por enfermedad cardiovascular. Y la concusión fue clara: no había relación alguna entre el consumo de huevo y el riesgo cardiovascular.

Beber leche
Beber leche | iStock

6. Nuestro cerebro necesita el azúcar para funcionar. Sin duda, este mito es una garantía de venta para la industria, porque los azúcares añadidos enganchan al

consumidor y se pueden introducir en todo tipo de alimentos. Decenas de productos llevan azúcares añadidos desde la década de los 70. Los peligros para la salud

que conlleva el azúcar, y en especial los azúcares añadidos, son de tal calibre que el doctor justifica un control similar al que se aplica al alcohol.

7. El pan, las patatas, la pasta y el arroz contienen carbohidratos complejos y son la base de la dieta mediterránea. Pues tampoco es del todo verdad. Se recomienda siempre tomar la pasta al dente ya que tiene un índice glucémico bajo, y optar por pasta y arroz integral ricos en fibra y nutrientes. “Está de sobra comprobado que la alternativa más saludable es el pan integral”.

8. Los frutos secos y el aceite de oliva engordan. La razón de esta teoría es que tienen muchas calorías. Pero los frutos secos son muy útiles en la dieta porque se conservan bien, se dosifican fácilmente, son saciantes y están disponibles para el consumidor. Apunta el Dr. Miguel Ángel Martínez-González en su libro que son muchos los trabajos científicos rigurosos que han encontrado efectos beneficiosos sobre la salud

cardiovascular y la prevención de la obesidad. Que quienes los comen de forma regular tienen menos riesgo de morir por ataques cardiacos. “Se trata de eliminar un alimento menos saludable y sustituirlo por las mismas calorías en forma de frutos secos. Esto es muy importante, porque si añades cada día a tu dieta un puñado de frutos secos pelados -unas 200 calorías por 30 gramos- podrías teóricamente engordar 5 kilos en

un año”, aclara el experto.

9. Es normal engordar con la edad. Ok. No se puede pretender tener a los 50 años el mismo peso y la misma cintura que se tenía a los 25. Pero la realidad es que es posible evitar engordar con el paso del tiempo, y además es recomendable, porque nada previene tanto las enfermedades que más flagelan a nuestra población como mantener a lo largo de toda la vida una delgadez saludable.

10. La cerveza hidrata. Como teoría para dormir bien por las noches después de haber bebido más de la cuenta, igual nos vale. Pero la verdad es que la cerveza tiene propiedades diuréticas, es decir, hace que aumente la pérdida de agua por la orina y, por lo tango, suponga un efecto deshidratante contrario a lo que estamos buscando. En este punto, el doctor vuelve a desafiar los oscuros intereses de la industria de la salud asegurando que: “La industria de la cerveza ha destinado una parte sustancial de sus ganancias a técnicas diseñadas para promocionar la idea de que cerveza es salud”.

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