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¡Y déjate de tantos salones fashion!

Cuatro motivos por los que acudir a tu peluquería de toda la vida

Todas hemos crecido al lado de una peluquería de barrio. La de siempre, la que ha pasado de madre a hija, la que ha tenido al chico de prácticas. Nos han visto crecer, madurar, acertar y fallar hasta el límite en nuestras decisiones capilares. Eh, y nos siguen diciendo lo guapas que estamos aunque lleguemos con la raíz de 10 cm.

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Hoy vamos a poner en valor a la peluquería de barrio frente a la moda de los salones de belleza divinos que al entrar te personalizan el aceite aromático al que olerá tu puesto según tu estado de ánimo. Sí, muy divertido un día, muy chic, pero vas en tensión. Porque tu peluquera de siempre te dice ‘si te vas a teñir, no vengas con el pelo limpio’.

Pero, ¿quién va a un salón de belleza de nombre francés con el pelo sucio? ¿Quién se va a enfrentar al silencio de las 15 super profesionales… que trabajan en Le Salon mirando tu raíz? Efectivamente, tú no.

Por eso tu refugio es tu peluquería de barrio. Ese lugar donde puedes ir sin depilar de cualquier manera, que te calientan la cera en un momento. Sí, hay urgencias que necesitan medidas drásticas. Y no hay tiempo durante todo el día para llevar raíz, tinte, color, peinado, cejas, labio, brazos, ingles, piernas… todo depilado a la perfección.

Más que una peluquería

Por suerte, desde hace unos años tu querido espacio de bienestar cuenta con una cabina perfecta. Ese lugar íntimo donde probaste por primera vez las ingles brasileñas. Ese lugar donde en confianza te hiciste en el pubis un corazón. Sí, no te preocupes, no das explicaciones, y nadie las cuenta después.

Vale, de vez en cuando tienes que esperar más de la cuenta, y ya sabes que los viernes y los sábados no debes ir si quieres que te atiendan bien (las bodas, bautizos, comuniones, cenas, comidas, y paseos por la ciudad requieren una buena permanente).

Salón de peluquería
Salón de peluquería | iStock

Tu refugio

También sabes que como conocen tu vida, saben cuándo es tu cumpleaños, si tu marido va más que tú a la peluquería y cómo va la casa de la playa de tu suegra que quiere vender. Efectivamente, a veces la confianza da asco, pero en cambio, tienes sus ventajas.

Eres María, la que lleva yendo cada mes desde hace más de 17 años. La que se cubrió sus primeras canas, su primer tinte azul, su primer rapado de cabeza a la mitad… y en cuanto llamas por teléfono te hacen hueco. Ya sea antes de abrir o justo a última hora.

Esos detalles que cuidan tu economía

En tu peluquería de barrio el masaje de cabeza tras el lavado a veces se alarga, a veces no da tiempo, pero no te lo cobran. Saben cuándo necesitas extra de acondicionador sin preguntarte ni cobrarte 10 euros por una pequeña almendrita en la mano.

Te han recomendado los mejores cortes de pelo. Muy sutilmente te dijeron que nada de alisado japonés. Te compraste tu primera plancha y hasta te enseñaron a usarla. Y cuando tienes que regalar algo a mamá y no sabes qué elegir… al final recurres a ella, sesión de belleza que incluye masaje facial sin gastarte una fortuna en la cabina de tratamiento.

Clásico, sí, pero seguro

A veces no tendrán las mejores marcas en champús, geles, ceras, espumas… a veces saber tanto de los clientes no es lo más deseable; pero la sensación de sentirte como en casa, en un lugar seguro siempre, del que vas a salir más guapa de como entraste sin que nadie te juzque, te mire por encima del hombre, o te haga arruinarte… no tiene precio.

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