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Cuidado de la piel

Cómo seguir tomando el sol sin que te salgan arrugas

El sol favorece la aparición de arrugas, manchas y flacidez en la piel, y ese bronceado que ahora creemos fantástico puede acabar dejando secuelas que en muchos casos empezarán a notarse más tarde.

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Tener una piel bonita tiene mucho de genética, sí, y es cierto que existen algunas que tienden a arrugarse más que otras, pero también lo es que si nos acostumbramos a cuidar la piel de cuerpo y rostro de forma constante, podremos contrarrestar los efectos del paso del tiempo, del sol, de la contaminación y de otros agentes externos que pueden acentuar la aparición de arrugas. Sin llegar a obsesionarnos –la lucha contra el paso del tiempo es siempre una batalla perdida de antemano, por más serias que nos pongamos–, siempre es recomendable seguir una serie de pasos para prevenir los efectos del sol tanto en el aspecto como en la salud de nuestra piel.

Tomarlo con moderación

Por fortuna, cada vez somos más conscientes de lo peligroso que es tomar el sol en las horas de más calor, es decir entre las 12 y las 16 h. Lo ideal es exponernos poco rato, siempre con protección y en las horas en que es menos agresivo. No hay que olvidar que la incidencia de melanomas en la población no es más que el resultado de la fiebre por estas bronceadas, que nos ha llevado en muchos casos a hacer auténticas insensateces para poder encajar en determinado canon de belleza. Así pues, tomar el sol está muy bien, porque además este nos aporta la vitamina D (importantísima para múltiples funciones del organismo) y nos pone de buen humor, pero siempre siendo muy rigurosas en el tiempo de exposición.

Empezar poco a poco

Para evitar quemarte, cosa que acabará pasando factura a tu piel, lo mejor es que empieces tomando el sol apenas 10 minutos y sigas progresivamente hasta que tu piel se vaya acostumbrando y vayas adquiriendo un bronceado progresivo y saludable.

Protector solar, más vale pasarse que quedarse corto

Pese a que mucha gente va cambiando el factor de protección en función del bronceado que ha ido adquiriendo y de cuánto rato van a estar al sol, lo cierto es que lo más sencillo es curarse en salud y aplicar siempre, en cualquier caso, un buen protector de 50. Es una garantía asegurada de que nos estamos protegiendo convenientemente, y en este caso siempre es mejor no arriesgarnos a quedarnos cortas y recibir un exceso de sol si no acertamos con el factor de protección. Asegúrate de hacerte con una buena marca, que sepas que cuente con todas las garantías y que no dañe tu piel. En este caso, no dudes en invertir un poco más para hacerte con el mejor producto, pues algunos de los más económicos, pese a que tienen los mismos efectos para protegernos del sol, son excesivamente grasos y pueden hacer que nos salgan granos o se nos irrite la piel.

El protector caduca

Y lo hace a partir de un año después de haber abierto el envase, dicen los expertos. Así pues, nos va a tocar renovarlo anualmente para estar convenientemente protegidas.

Protector solar, también en tu día a día

Es importante grabarnos a fuego que debemos llevar protector solar en la cara siempre, es decir tanto en invierno como en verano e independientemente de si nos vamos a exponer directamente al sol. Los rayos ultravioletas también nos llegan cuando vamos por la calle o estamos sentadas en una terraza a la sombra, de manera que es fundamental ir siempre bien protegidas y llevar gafas de sol. No olvides proteger también tus brazos, piernas y hombros cuando salgas a la calle.

Cuidando la piel
Cuidando la piel | iStock

Hidrátate correctamente

La hidratación es muy importante siempre, pero cuando el calor arrecia es fundamental ser muy rigurosas, pues a veces las pieles secas y agrietadas no son más que el resultado de una mala hidratación. Esto significa que debemos beber agua regularmente (y otros líquidos, como infusiones o sopas, además de tener en cuenta que muchas frutas también llevan agua, de manera que lo mejor es no obsesionarse con beber) y aplicarnos una crema hidratante de calidad por la mañana y por la noche. Para ello, lo mejor es ponernos en manos de un profesional que nos indique qué crema es la más adecuada para nuestro tipo de piel, edad y necesidades.

¿Ya sabes aplicar el contorno de ojos?

Es importante que te asesores a la hora de elegir el contorno de ojos más adecuado para ti. La edad y características de la piel harán que sea más conveniente escoger uno u otro, ya que las pieles maduras tienen necesidades diferentes, lo mismo que aquellas personas que tienen bolsas u ojeras. Para ponértelo hazlo mediante suaves golpecitos que activarán la circulación, y sobre todo no lo untes con contundencia, pues la piel del contorno de los ojos es muy delicada y este gesto favorecerá la aparición de arrugas.

Desmaquíllate correctamente

Nada de toallitas ni de un chorro de agua: desmaquíllate a conciencia cada día antes de dormir aunque no te hayas maquillado. Para ello, aplica el producto que mejor te vaya (nuestra recomendación es que escojas una buena agua micelar, práctica y efectiva, y que te pases un algodón hasta que este deje de quedar sucio) y seca bien la piel antes de irte a dormir. Por la mañana, basta con que laves la piel con agua fría y apliques una buena crema hidratante.

Adiós a las dietas exprés

Los cambios de peso también afectan a la flacidez del rostro y, por tanto, a la aparición de arrugas y líneas de expresión. Lo mejor es que evites los cambios de peso bruscos, ya que además es mucho más saludable y no volverás a recuperar los kilos perdidos. Si quieres perder peso, lo mejor es que te pongas en manos de un profesional de la nutrición que te ayude a perder los kilos necesarios poco a poco, sin sufrir y con una dieta variada y equilibrada en la que no falte ningún nutriente.

Y al tabaco, claro

Muchas mujeres que dejan de fumar admiten no ser conscientes de lo que perjudicaba el tabaco a la piel (entre otras muchas cosas) hasta que lo alejan de sus vidas. Este hace que la piel se deshidrate, pierda brillo y aparezcan manchas y arrugas.

Ni hablar de solariums artificiales

Ni solariums artificiales ni cremas autobronceadoras. Hoy en día, existen numerosos productos en el mercado de gran calidad para que puedas lucir un tono bronceado sin necesidad de ponerte al sol. Consulta en tu tienda habitual cuál es el mejor para ti, ya que las firmas cosméticas se han puesto las pilas hasta el punto de que muchísimos polvos broceadores apenas se distinguen de un bronceado natural.

A la playa, siempre con sombrero

Y si puede ser también con sombrilla. La idea es que nos pongamos al sol lo mínimo y con protección, pues nos bronceará igualmente y no estaremos castigando la piel. Intenta mantenerte en la medida de lo posible bajo la sombrilla y cada vez que vayas a bañarte vuelve a aplicarte bronceador (por más que te digan que es resistente al agua, en muchos casos va desapareciendo poco a poco).

Dormir también importa

Para que tu piel respire bien por la noche, escoge mantas y sábanas de tejidos orgánicos que permitan una buena transpiración, y en la medida de lo posible trata de dormir boca arriba. Así evitarás la aparición de las llamadas “arrugas de dormir” (verticales en cara y escote) y retrasarás el proceso de envejecimiento.

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