Polémica de dispositivos
Una víctima con dispositivos de protección: "Los antiguos perdían la cobertura constantemente"
Pitaban al perder conexión e incluso recibían llamadas de teleoperadoras o de particulares. Una víctima de violencia de género que ha tenido que convivir durante años con este dispositivo recuerda el calvario que tuvo que pasar con el anterior.

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Le llamaremos Ana, por preservar su identidad. La suya es una de esas historias que pone los pelos de punta. Una historia de maltrato de las que casi termina de la peor manera. Su exmarido intentó matarla, directamente, quería acabar con su vida. Por suerte erró el tiro, los tiros para ser exactos. Se salvó de milagro.
La recuperación de Ana no fue fácil, pero lo logró. "Eso es lo que quiero transmitir. Quiero que las personas que se encuentren en una situación como la que yo viví, sepan que se puede salir". Nos lo dice convencida, aunque la ansiedad por lo vivido probablemente no se vaya nunca del todo. Su mensaje, con todo, es de esperanza.
Su agresor en estos momentos está en prisión, algo que agradece ahora más que nunca. "Doy gracias de que esté en la cárcel porque si no con todo esto que está saliendo yo estaría en un sinvivir", nos cuenta.
Fue una de las mujeres que denunció los fallos
La polémica surgida por el mal funcionamiento de los dispositivos anti maltrato la pilla a medio camino. "Yo sigo teniendo el dispositivo conmigo porque si él sale de la cárcel por un permiso o por lo que sea a mi me lo activan al momento", explica. Nos lo enseña, ahora apagado y nos cuenta su experiencia. “Yo con éste no tuve problemas, me lo dieron sobre abril - marzo de 2024 y hasta que él entró en prisión en agosto funcionó bien. Con los que tuve muchísimos problemas fue con los anteriores", recuerda. Tanto es así que ella fue una de las que denunció la situación.
"Yo me quedaba sin cobertura constantemente. Iba por una calle muy concurrida o entraba en un centro comercial y ya se quedaba sin conexión". Algo que, nos dice, además de suponer un peligro y de generarle mucha ansiedad, también significaba que todo el mundo la mirase. "Se ponía a pitar y la gente te miraba, claro. Era una situación muy angustiosa. Y a ti ya te entraba toda la ansiedad".
Eran aparatos que funcionaban con una tarjeta SIM, como un teléfono. "Yo me quedé alucinada el día que me empezaron a llamar números diferentes. Teleoperadoras vendiéndote cosas, incluso particulares preguntando por algún negocio o así". La explicación que le dieron era que eran números que habían pertenecido a otras personas, de ahí la confusión. "Para mi eso fue indignante".
Se lo cambiaron tres veces antes de recibir el nuevo
Hasta en tres ocasiones le cambiaron ese dispositivo por los fallos que daba. "Yo reclamé varias veces, porque eso no podía ser. En ese momento las personas que siguen tu caso dejan de saber dónde estás y es un peligro", relata. Por eso pide que se revisen bien todos. "Que se revise si hay mujeres que todavía tienen el anterior y que se revise que los nuevos funcionan bien. No se puede ahorrar dinero en este tema". Lo dice con contundencia: "Los que mandan tienen que pensar que ahorrar unos euros en esto puede significar mandar a alguien al cementerio".
Por eso apela a los dirigentes políticos: "Si fuera su hija, su hermana, su madre, no les gustaría que se hubiera ahorrado". Lo mismo reclama en cuanto a medios humanos. "Que doten a la Policía y a la Guardia Civil de más personal destinado a estos temas porque somos demasiadas las mujeres en esta situación y hacen falta. Hacen un trabajo magnífico, yo nunca me he sentido desprotegida. Pero hace falta más gente".
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