Christopher paseaba con su pareja por un centro comercial de Fuenlabrada cuando, tras darse tres besos, un vigilante de seguridad los acompañó hasta la puerta.
En seguida denunciaron lo ocurrido. El centro comercial les ha pedido disculpas, pero no la empresa de seguridad. Asegura que los chicos estaban incumpliendo las normas de seguridad.
Francisco vivió una escena parecida hace 11 años en Sevilla. Un gesto de cariño hacia su pareja se convirtió en una situación desagradable por culpa de la intolerancia. Su caso fue la primera agresión homófoba en un establecimiento pero no ha sido la última.
El observatorio madrileño contra la Homofobia advierte de que cada vez hay más agresiones de este tipo, pero tienen menos visibilidad.