Abuso sexual
"Trece años de prisión son pocos, ella quedará marcada para siempre", indignación en Cea, donde el profesor pederasta, en busca y captura, daba clase
Martiño Ramos Soto ha sido condenado por abusar sexualmente de una alumna a 13 años de cárcel, 30.000 euros de indemnización y 21 años de inhabilitación para ejercer como docente o en trabajos con menores… pero continúa prófugo. Una huida que intensifica la rabia y la impotencia en el entorno de la víctima.

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Su caso ha expuesto fallos graves del sistema judicial y educativo, así como la vulnerabilidad de las víctimas frente a agresores con reconocimiento social. Martiño Ramos fue un activo militante en Ourense en Común y En Marea. Durante años se presentó como un defensor de los derechos de las mujeres, mientras, según la sentencia firme, abusaba de una alumna del colegio público donde impartía clase, y contactaba con otras menores a través de Instagram haciéndose pasar por otro chico.
“No solo le escribía a ella”, nos reconoce un vecino de Cea. La víctima, que comenzó a sufrir los abusos en 2019 cuando cursaba 6º de Primaria, denunció los hechos en 2021. La investigación judicial documentó cómo Ramos Soto manipulaba a la menor, la agredía físicamente y la violaba, provocándole graves secuelas psicológicas que la llevaron a autolesionarse y a ser ingresada por problemas psiquiátricos.
Durante todo el proceso judicial, que se prolongó durante cuatro años, la Fiscalía nunca solicitó su ingreso en prisión provisional. La Xunta de Galicia, por su parte, permitió que Ramos Soto siguiera dando clases pese a las denuncias.
Gran indignación entre los vecinos de Cea
"Conocer esta historia, una niña tan pequeña, un profesor... y que nadie lo hubiera vigilado después de la denuncia, llama poderosamente la atención. Fue un shock para todo el pueblo". La impotencia se apodera de Cea, el pequeño ayuntamiento de la provincia de Ourense donde sucedieron los hechos. “Desde luego que fue un golpe duro” y “no me quiero poner en la piel de los padres o de la niña, pero tuvieron mucho temple”, nos aclara otro vecino. “Yo he hablado con él, era el profesor de mi hija; no es posible que nadie más, en el colegio, no supiese nada; los niños no son conscientes, pero los adultos sí”, añade una vecina visiblemente enfadada.
Finalmente, tras la primera sentencia en julio de 2024, la Consellería suspendió provisionalmente al profesor, aunque la justicia no había decretado medidas cautelares. “¿Trece años de cárcel...? Para mí eso es poco. A la niña le va a quedar la marca para siempre. Y el tipo... ahora mismo está en busca y captura. Es una vergüenza absoluta", nos comenta otro residente de Cea. La aplicación de la sentencia firme, tras la confirmación del Tribunal Supremo en julio de 2025, implicó suspensión de empleo y sueldo y debería haber llevado a su ingreso en prisión, pero Ramos Soto ya había desaparecido.
“Habría que tenerlo ya controlado, porque él ya estaba denunciado” y “me parece vergonzoso desde un primer momento que no estuviera al menos localizado”, nos cuenta otro viandante. En Cea, los vecinos se muestran desconcertados ante la fuga del profesor. Por su parte, la Confederación Galega de Asociacións de Nais e Pais y la Marcha Mundial das Mulleres critican la descoordinación entre las instituciones y la falta de protocolos claros para proteger a los menores y a la mujer. La Consellería de Educación asegura que actuó siguiendo las indicaciones de la justicia y que ahora ha implementado un protocolo contra la violencia en la infancia y adolescencia en los centros educativos, con la intención de prevenir y actuar de manera más rápida y eficaz ante situaciones de violencia. Pero cada día que Ramos pasa en la calle crece la indignación, la rabia y la impotencia.
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