pianista de vocación
Purita Ramos, 105 años y toda una vida pegada al piano
La pianista vio su carrera musical truncada por la Guerra Civil, pero nunca se alejó de las teclas. Su amor por este instrumento comenzó en el colegio y no ha hecho más que crecer.
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Purita Ramos nació en Monforte de Lemos, Lugo, en el año 1919. Desde su infancia, la música fue un pilar fundamental en su vida, especialmente el piano. Su amor por este instrumento comenzó en el colegio al que sus abuelos la inscribieron tras la trágica muerte de sus padres. Su hermana mayor, quien era profesora de piano, desempeñó un papel crucial y determinante en su desarrollo musical y artístico. Desde pequeña, Purita admiraba a su hermana con gran devoción, lo que fortaleció aún más su deseo de seguir sus pasos y dedicarse profesionalmente a la música, convirtiéndose en una artista en su propio derecho. Desde sus primeros años, su destino parecía estar marcado entre las teclas del piano, donde sus sueños comenzaban a tomar forma.
Una carrera truncada por la Guerra Civil
Sin embargo, su prometedora carrera académica se vio truncada y abruptamente interrumpida por la Guerra Civil Española. En el momento en que Purita estaba lista para presentarse al examen del conservatorio, estalló el conflicto, causando estragos en la sociedad española. Los conservatorios eran escasos y estaban concentrados en grandes ciudades como Madrid y Barcelona. Ante esta situación adversa, varios alumnos planearon una excursión hacia uno de estos conservatorios con la esperanza de presentar sus exámenes y seguir sus sueños musicales. Sin embargo, la inestabilidad política y social de 1935 llevó a la profesora que los acompañaba a cancelar el viaje, lo que significó una gran decepción y frustración, ya que no pudieron acceder en aquel entonces a la formación superior en música que tanto anhelaban.
Durante los años de guerra, Purita se trasladó a Vilagarcía de Arousa, donde fue acogida por otra hermana mayor. A pesar de las enormes dificultades del contexto bélico, logró mantener su conexión con la música de manera inquebrantable. En su nuevo hogar, comenzó a impartir clases de piano en su casa, compartiendo su pasión y su amor por la música con otros jóvenes aspirantes. Esta labor docente le permitió no solo seguir en contacto con la música, sino también contribuir de manera significativa a la cultura musical de la época. Además, aprovechó su tiempo para componer canciones y dirigir zarzuelas, colaborando así con otros músicos de la región, entre ellos Gustavo Freire, uno de los más destacados y reconocidos músicos gallegos de su tiempo.
Una vida centenaria entre teclas
A lo largo de su vida, Purita dedicó su energía, tiempo y talento a la música de manera apasionada. Crió a sus hijos y nietos, mientras mantenía una activa y constante participación en la enseñanza y la creación musical. No fue hasta que alcanzó la avanzada edad de 80 años que decidió retirarse de la docencia, dejando un legado imborrable en aquellos a quienes había enseñado y guiado. Su vida es un testimonio de resiliencia, esfuerzo y un profundo amor por la música, que fue su compañera incondicional a lo largo de los años.
A pesar de su retiro, Purita no se alejó del piano en absoluto. Aunque practica con menos frecuencia, sigue siendo una apasionada de la música. Sus composiciones favoritas son las de Chopin, su mayor inspiración y referente musical, y cada vez que se sienta al piano, siente que no ha pasado el tiempo. Purita reconoce a todo el mundo que se siente un poco "oxidada", pero cuando toca, la magia de la música vuelve a fluir con fuerza y belleza, como si nunca se hubiera alejado de su viejo amigo y su gran pasión.
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