"No era la Ana que yo conocía", son las palabras de la dueña de la carnicería en la que Ana Julia Quezada trabajó durante seis años, justo antes de marcharse a vivir a Almería. La propietaria no puede creer que la mujer que ella conocía haya sido capaz de hacerle daño al pequeño Gabriel.
La dueña del comercio asegura que era una mujer muy amable con los clientes y que le gustaban mucho los niños. Cuenta incluso que cuando ella salía a hacer algún recado dejaba a sus hijos al cargo de Ana Julia. Sin embargo, hay algunos clientes que la definen como una mujer oscura.
Hace más de dos décadas, la hija de cuatro años de la detenida falleció al precipitarse desde el septimo piso de este edificio. "Ella dijo que se había caído", cuenta una vecina.
El caso fue sobreseído pero ahora la policía lo está revisando porque, según el atestado que realizaron los investigadores, no pudieron hablar con Ana Julia porque sufría una fuerte excitación nerviosa.
La autora confesa de la muerte de Gabriel, sigue teniendo lazos con Burgos, donde vivió 20 años. Su otra hija, que trabaja en la ciudad, sufrió el lunes una crisis de ansiedad tras enterarse de que su madre había sido detenida y ya ha sido dada de alta.
A medida que pasan las horas, se van conociendo más datos de un pasado personal y familiar muy turbio. Ana Julia trabajó durante esas dos décadas en varios establecimientos, en comercios y en restaurantes, y no en todos estos lugares tienen un buen recuerdo de ella.
Fueron 20 años de sospechas, y no solamente por las misteriosa muerte de su hija, también por la sombra de estafas millonarias a hombres gravemente enfermos.