Los capellanes saben que tienen que atender a sus fieles, enfermos, muy protegidos, pero el Covid-19 no les impide confesar, tener la capilla abierta y dar la comunión a los enfermos que lo soliciten.
Se nota a la gente preocupada y, a veces, por encima de ofrecerles los sacramentos de la comunión, confesión o, en ocasiones, la extrema unción, los capellanes saben que aportan mucho también con su compañía y escucha.
Los entierros son más tristes que nunca
Afirman que
los entierros son, si cabe, más tristes por las restricciones de aforo y tener que dar el último adiós a los seres queridos rodeados de los familiares imprescindibles.
"Procuramos acompañarles porque a lo mejor, lo que necesitan antes de el sacramento que pidan es hablar, charlar, y manifestar sus preocupaciones, sus dudas, sus temores", afirma Vicente Aparicio, religioso del Hospital Clínico de Navarra.
Los capellanes no están en las iglesias, no hay misas con fieles, pero ellos están en los hospitales, en primera linea de batalla, visitando a los enfermos de coronavirus y atendiendo a todos los contagiados.
"Les ofrecemos la gran riqueza de los sacramentos". "Te piden compañía, consiste en estar con ellos, saludarles", nos cuentan.
Lo peor para los enfermos estos días es también la soledad, pasan muchos días solos entre camillas, sanitarios y en un entorno desconocido sin poder estar con sus familias.
Además recuerdan que también atienden las llamadas de los familiares que quieran hablar con ellos y lo que más agradecen es un 'gracias' y sirven de nexo entre los ingresados y sus familias.
Los religiosos se están volcando en esta crisis por el coronavirus. Siguen celebrando misas por streaming, en Internet, no pierden la fe y rezan para que los bancos de sus iglesias se vuelvan a llenar pronto de feligreses.