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Coronavirus

La esperanza por las vacunas planta cara al miedo en el primer año de pandemia de coronavirus

El 13 de marzo de 2020, Pedro Sánchez anunciaba que España aprobaría el estado de alarma y se ordenaba el confinamiento domiciliario de todos los españoles para hacer frente a la pandemia de coronavirus. Ese momento de hace un año cambió la vida de todos los españoles.

El 13 de marzo de 2020, Pedro Sánchez anunciaba que España estaría en pocas horas en estado de alarma y se ordenaba el confinamiento domiciliario de todos los españoles. Ese momento de hace un año cambió la vida de todos los españoles.

"Acabo de comunicar al jefe del Estado la celebración mañana de un Consejo de Ministros extraordinario para decretar el estado de alarma y el confinamiento domiciliario en toda España durante los próximos 15 días". Este fue el anuncio del presidente del Gobierno hace un año.

Unas palabras que cambiaron la vida de todos los españoles. De la noche a la mañana, nos vimos obligados a encerrarnos en casa para luchar contra el virus. Hoy recordamos el impacto de ese confinamiento.

Echamos el cierre, cumplimos el "quédate en casa" y nuestra vida fue de puertas para dentro durante las siguientes semanas. Nuestro mundo fue entre 4 paredes.

Todo era muy desconcertante, en la calle había miedo, pero también responsabilidad. Las informaciones eran contradictorias y algunos sentían que perdían la libertad. El agobio solo se mitigaba con las salidas a la compra.

Cada vez que salíamos a la farmacia o al supermercado lo hacíamos con una cierta psicosis: guantes, gel, mascarillas... Nada era obligatorio porque no había, pero todo muy recomendable. En el supermercado cada uno iba a por sus cosas y volvía rápidamente a casa.

Las ventanas y los balcones se convirtieron en un lujo. Allí pasamos muchísimo tiempo y se convirtieron en la manera de llegar al mundo exterior. Descubrimos a nuestros vecinos y también mucho más a nuestro entorno. Cada día había aplausos en los balcones.

Así pasábamos los días, en casa, mientras las prórrogas se sucedían. Cada 15 días se sumaban otros 15 más. Y en algunos momentos parecía que no iba a acabar nunca. Las reuniones sociales pasaron a ser virtuales a través de videollamadas con los familiares y amigos.

Un año después, seguimos con la misma sensación de agobio y desesperanza. Ojalá con la vacuna y con el tiempo muy pronto podamos contar que la pandemia ha llegado a su fin.