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EN LA CASA ESTABA LA MADRE CON LAS DOS HIJAS

La Guardia Civil ve "claros indicios" de que Ana Julia Quezada, asesina confesa de Gabriel, pudo "segar la vida" de su primera hija

La pequeña de cuatro años murió tras caer desde un séptimo piso de madrugada y ella siempre alegó que fue un accidente porque la niña era sonámbula. El informe de la Benemérita incluido en el sumario del asesinato de Gabriel Cruz señala que la niña pudo ser la primera víctima e invita a "ahondar en la hipótesis de que fuera la propia Ana Julia la que segara la vida de aquella menor".

Ana Julia Quezada, la asesina confesa del pequeño Gabriel Cruz, pudo haber matado a otro menor antes que al niño de Almería: su primera víctima pudo ser su hija propia hija cuando tenía cuatro años. Ridelca murió en 1996 tras precipitarse de madrugada desde el séptimo piso de la casa en la que vivía en Burgos de madrugada, según la madre, porque tenía un problema de sonambulismo.

El Juzgado archivó las diligencias abiertas con el aval de la Fiscalía "por no ser los hechos constitutivos de delito", según expone el auto de sobreseimiento libre de fecha 11 de junio de 1996. Dicho archivo, que no fue recurrido, se realizó tras recibir los informes de la Policía Nacional y del Instituto Anatómico Forense que concluyeron que la muerte fue "accidental" y tras practicarse las diligencias judiciales oportunas como la toma de declaración en calidad de testigos de la madre, del padre y de otros familiares.

Sin embargo, según informa 'El Periódico', un informe de la Guardia Civil incluido en el sumario del asesinato del Gabriel apunta, ahora, a que esta niña pudo ser la primera víctima mortal de Ana Julia e invita a "ahondar en la hipótesis de que fuera la propia Ana Julia la que segara la vida de aquella menor". Esto se debe a que tras el asesinato del niño, se retomó la investigación sobre el caso de hace más de una década y, según dicho informe, existió "dificultad de que una niña de solo cuatro años en estado de sonambulismo, que nunca había padecido, se precipitara desde un edificio".

Además, no hubo más testigos del suceso ya que en la vivienda se encontraba la posible asesina, la víctima y un bebé. Según el escrito de la Benemérita, la niña tuvo que subirse a una mesa, abrir una ventana interna que protegía del frío, abrir una segunda ventana, lo que "requiere de cierta maña y fuerza". Además, el hombre que convivía con Ana Julia en esos momentos explicó, tras la muerte de Gabriel, que la pequeña nunca había sufrido un episodio de sonambulismo ni estaba medicada por ello.

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