Laureano Oubiña, en una entrevista en marzo de 2017 ya explicaba que "hay muchas cosas que se hacen sin tener necesidad" y se preguntaba por qué se metió en esa "porquería", mostrándose arrepentido. Desde hace dos años Oubiña colabora con una fundación de ayuda a toxicómanos e inmigrantes como parte de su rehabilitación antes de tener la plena libertad. Lleva 30 años encadenando penas de prisión.
A Oubiña no le gustó la forma en la que la serie recreó su detención y reclama una indemnización por daños morales. De hecho, su abogado, Manuel Álvarez de Mon reconoce que "reaccionó con un fuerte enojo ante el primer capítulo y estaba francamente enfadado". Cuando vio el segundo capítulo, tampoco le sentó bien una secuencia en la que se recreaba cómo la que sería su segunda esposa le "metía mano".
"hay muchas cosas que se hacen sin tener necesidad"
Cuando obtuvo la libertad provisional hace un año, Oubiña volvió a Vilanova de Arousa y vive en un tercer piso sin ascensor, en una casa a nombre de su hijo, aunque no quiere hablar ante las cámaras. El piso en el que vive está cerca del emblemático Pazo Baión, con el que Oubiña mostró su fortuna, un castillo enclavado en medio de 29 hectáreas de vides de Albariño, que también quiso comprar el patriarca de los Charlines.
Sin embargo, Manuel Charlín acabó comprando el Vista Real, de 25.000 metros cuadrados. Así, la ostentación de los que vivían del narcotráfico se hizo evidente en los pueblos de las Rías.