IA

La IA está aquí para ampliar nuestras capacidades, no para reemplazarnos

Recrear a los muertos, “hablar con ellos” o ver cómo envejeceremos: la IA entra en lo más íntimo del ser humano y plantea dilemas emocionales sin precedentes.

Exposición in situ: Refik Anadol, impulsada por la Inteligencia Artificial, el Museo Guggenheim Bilbao

Exposición in situ: Refik Anadol, impulsada por la Inteligencia Artificial, el Museo Guggenheim BilbaoEuropa Press

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La inteligencia artificial (IA) se ha instalado en nuestras vidas con una facilidad que impresiona. No solo escribe textos, crea imágenes o responde preguntas: ahora también se cuela en la memoria, en la pérdida, en el futuro y en el dolor. Con una foto puede mostrar cómo serás dentro de 40 años. Con un vídeo puede “hacerte hablar” con alguien que ya ha muerto. Con unos clics, la IA reescribe la historia y proyecta futuros ficticios que parecen reales.

Estas posibilidades tecnológicas, tan asombrosas como inquietantes, plantean un debate que ya no puede postergarse: ¿cuánto deberíamos permitirle a la IA intervenir en nuestras emociones más profundas?

“Hoy la IA es capaz de recrear la voz de una persona fallecida, animar sus fotografías e incluso mantener una conversación basada en su historial digital. Pero hay que recordar que eso que habla con nosotros no es esa persona, es una máquina sin conciencia ni voluntad”, explica Senen Barro, director del CITIUS, el Centro de Investigación Singular en Tecnologías Inteligentes de la Universidad de Santiago de Compostela.

Desde su centro se trabaja precisamente en las tecnologías que están construyendo ese futuro. Y Galicia no es un actor secundario en este campo: recientemente ha sido seleccionada por la Unión Europea para albergar una de las cuatro factorías experimentales de IA más avanzadas del continente. La infraestructura estará en el CESGA (Centro de Supercomputación de Galicia), con participación activa del CITIUS.

“Como con cualquier tecnología poderosa, el riesgo no está en lo que puede hacer, sino en cómo decidimos usarla”, advierte Barro. “Estamos jugando con representaciones digitales de la memoria humana. Y eso tiene un peso enorme”.

Ese impacto ya empieza a notarse. El psicólogo clínico Xacobe Abel Fernández, del área sanitaria de A Coruña, lo observa con atención: “La IA ha venido para quedarse, pero no sabemos cómo convivir con ella aún. Como cualquier herramienta nueva, estamos en una fase de prueba y error”.

Fernández destaca un fenómeno en auge: el uso de apps que muestran cómo serán nuestros hijos de mayores o cómo nos veremos a los 80 años. Aunque parecen inofensivas, estas proyecciones pueden tener efectos psicológicos no previstos. “Estamos generando imágenes que, aunque ficticias, nos condicionan emocionalmente. Y cuando la imagen es muy creíble, cuesta distinguir entre lo posible y lo real”.

Más delicado aún es el caso de la “resurrección” digital. “Entiendo que pueda servir como consuelo, como una forma de procesar el duelo. Pero también puede convertirse en un ancla emocional que impida avanzar”, advierte. “En Galicia tenemos la figura tradicional de la viuda de luto perpetuo. Ahora podríamos estar creando una versión digital: personas que se relacionan de forma constante con una recreación artificial del ser querido fallecido”.

Además, Fernández señala que algunas personas están empezando a usar modelos de IA como sustituto de terapia. “Y eso es peligroso. Porque una IA puede parecer empática, pero no te confronta, no te ayuda a crecer. Solo te responde como tú esperas. Y un buen terapeuta a veces te lleva por donde no quieres ir”.

Frente a este nuevo escenario, ambos expertos coinciden: la inteligencia artificial no debe ser un fin en sí mismo, sino una herramienta al servicio del ser humano. “Hoy está completamente bajo control. Todo lo que hace, lo hace porque nosotros la entrenamos. Pero si algún día eso cambia, no sabemos qué pasará”, concluye Barro.

La tecnología avanza. El duelo, la memoria y la identidad, también. Lo que está por decidir es si sabremos gestionar la nostalgia digital que estamos creando.

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