Salud en adolescentes

España marca récords mínimos en el consumo de tabaco y cannabis entre jóvenes de 14 a 18

Los estudiantes españoles alcanzan los niveles más bajos jamás registrados en consumo diario de tabaco (4,3 %) y uso de cannabis alguna vez en la vida (21 %), mientras crece la percepción del riesgo de los cigarrillos electrónicos (57,3 %). Es lo que se desprende de la encuesta del Ministerio de Sanidad

Un joven fumando

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El Ministerio de Sanidad ha dado a conocer hoy los resultados de la encuesta ESTUDES 2025, elaborada a partir de 35.256 entrevistas realizadas a estudiantes de Enseñanza Secundaria de entre 14 y 18 años. El informe revela una caída generalizada en el consumo de sustancias entre la juventud escolar española y en algunos casos los valores más bajos de toda la serie histórica, lo que introduce un nuevo enfoque esperanzador sobre los hábitos de salud de los adolescentes.

En detalle, el consumo de tabaco registra mínimos: el 27,3 % de los jóvenes ha fumado al menos una vez en la vida (frente al 33,4 % en 2023), el 21,2 % lo ha hecho en los últimos 12 meses (versus 27,7 %) y el 15,5 % en los últimos 30 días (frente al 21,0 %). El consumo diario en el último mes se reduce al 4,3 % (vs. 7,5 % en 2023). Asimismo, la edad media de inicio en el consumo se mantiene en 14,1 años, mientras que la del inicio del consumo diario se sitúa en 14,4 años, y el 46,4 % de los fumadores ha intentado dejar el hábito en el último año.

En cuanto al cannabis, también se refleja un descenso notable: el 21,0 % del alumnado afirma haberlo probado alguna vez en la vida (vs. 26,9 % en 2023), el 15,5 % lo ha hecho en los últimos 12 meses (vs. 21,8 %) y el 11,6 % en los últimos 30 días (vs. 15,6 %). La edad media de inicio se sitúa en 14,8 años, una décima menos que en la edición anterior.

El consumo de alcohol, aunque sigue siendo la sustancia más frecuente, también marca una reducción: el 73,9 % declara haberla consumido alguna vez (vs. 75,9 % en 2023), el 71,0 % en los últimos 12 meses (vs. 73,6 %) y el 51,8 % en los últimos 30 días (vs. 56,6 %). Las prácticas de riesgo vinculadas al alcohol bajan a sus niveles más bajos desde el año 2000: un 17,2 % de los jóvenes se ha emborrachado en el último mes (vs. 20,8 %) y un 24,7 % ha hecho “binge drinking” (vs. 27,8 %). La edad media de inicio para el consumo semanal y para la primera borrachera se sitúan en 14,8 y 14,6 años respectivamente.

Aumenta la percepción del riesgo

Una atención especial merece el uso de cigarrillos electrónicos y vapers: un 49,5 % del alumnado declara haberlos utilizado alguna vez (una reducción de 5,1 puntos respecto a 2023), siendo ligeramente mayor en chicas (50,5 %) que en chicos (48,5 %). Además, la percepción de riesgo ante su consumo esporádico ha alcanzado el 57,3 %, el valor más alto registrado hasta ahora.

Por otra parte, el consumo de hipnosedantes (tranquilizantes y somníferos, con o sin receta) también baja por primera vez desde 2014: un 17,9 % del alumnado afirma haberlos consumido alguna vez en la vida, y el consumo sin prescripción médica afecta al 9,5 % de los estudiantes. La edad media de inicio se sitúa en 14,0 años, con mayor prevalencia entre chicas y ascendiendo con la edad.

El apartado de percepción de riesgo arroja datos que contrastan positivamente con los años previos: el 94,1 % de los adolescentes considera que consumir cannabis habitualmente entraña alto riesgo, el 67,6 % así lo evalúa ante el consumo excesivo de alcohol durante el fin de semana, y el 66,2 % ante el consumo diario. En el tabaco, un 93,3 % estima que fumar a diario implica un riesgo elevado para la salud. Este fortalecimiento de la conciencia de peligrosidad se alinea con los descensos del consumo observados.

La importancia de las políticas de prevención

Finalmente, respecto a otras sustancias de menor prevalencia, como alucinógenos, anfetaminas, cocaína, heroína, MDMA o inhalables volátiles, también se documentan descensos. Por ejemplo, el consumo de cocaína baja al 1,6 % (frente al 2,6 % en 2023), los alucinógenos al 1,4 % (−0,9 puntos) y los inhalables volátiles al 2,0 % (−1,2 puntos).

Este conjunto de datos revela una evolución positiva y relevante en los hábitos de los adolescentes españoles, lo que refuerza la importancia de las políticas de prevención, educación y regulación. No obstante, los expertos advierten de la necesidad de mantener la vigilancia y reforzar acciones específicas para los grupos más vulnerables y para las nuevas formas de consumo emergentes.

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