Reinserción

Emilio Collazos, un ejemplo de que la reinserción es posible: de ser ladrón profesional de bancos a abogado penalista

La reinserción es posible siempre que tengas fe y confíen en ti. Es el lema de Emilio Collazos, un hombre que ha pasado de 50 robar bancos a defender como abogado a otros presos.

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Desde el pasado 22 de febrero hasta el próximo 6 de abril los cristianos celebran la cuaresma. Se trata de un tiempo de conversión. Un momento de volver al camino correcto, un tiempo de purificación de faltas y de preparación del corazón para recibir a Jesucristo resucitado.

Una conversión del espíritu a la que se llega después del reconocimiento de las faltas y errores cometidos (los pecados) y su remisión. Una vez expiadas nuestras faltas y teniendo propósito de enmienda podremos recibir a Dios.

En la actual sociedad aconfesional española, ese propósito de enmienda y la reinserción en la sociedad, queda recogido en el artículo 25.2 de la Constitución Española: "Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social (…)"

Nos lo explica Emilio Collazos Vegas, abogado especialista en derecho penal. Emilio cree en "la reinserción, que votaron los españoles cuando votaron la constitución". Collazos Vegas cree que lo que "ya se ha hecho no se puede rebobinar, hecho está" y apuesta por "recuperar a la persona". "Yo me dedico a conseguir permisos para los internos en prisión, es una lucha sana que tengo con el juez de vigilancia". "Hay que tener confianza en la persona, y si hay que meterlo en prisión, se le mete, pero también hay que darle una segunda oportunidad".

Pero su creencia y conocimiento no solo parte de los escritos, sino de algo más importante, como ya reconoció Aristóteles, de la fuente de conocimiento suprema: el valor de la experiencia. Porque Emilio Collazos pasó de ser un ladrón de bancos a defender como abogado a otros presos.

Collazos Vegas, nos recibe en su despecho, donde nos confiesa que es "una persona que he vivido mucho la vida, siempre me ha gustado el riesgo. Si soy honesto, a mí el trabajo no me ha gustado nunca, esa es la verdad".

Emilio, cacereño de nacimiento y afincado en Gran Canaria, llegó a atracar más de 50 bancos. Su último atraco lo cometió en 2008. Después horas atrincherado en una sucursal bancaria de Gran Canaria, fue detenido. Fue ahí cuando comenzó su camino de redención. El suyo y el de tantos a los que ha ayudado.

Bajada a los infiernos

"Yo trabajaba en la casa Renault, donde ganaba 12 mil pesetas al mes a mediados de los años 70". Pero a su rutinaria vida le faltaba acción. Quería romper esa monotonía. Necesitaba algo más... Y decidió alistarse en la legión. "Yo quería acción y me alisté en la legión. Me vino bien, me preparé físicamente. Estábamos preparados para entrar en guerra con Marruecos, pero aquél conflicto –haciendo referencia a la invasión marroquí de la provincia española del Sáhara en noviembre de 1975- se solucionó. Eso a mí me defraudó porque tenía la ilusión de morir o llevarme el botín de guerra. Es normal, se hace en todas las guerras".

Y en ese momento, Emilio Collazos, se alejó aún más de la luz y tomó el camino más oscuro. Se preguntó, aún en África, "¿qué hago yo aquí? Me fui a Gran Canaria y dije me voy a dedicar a atracar bancos", confiesa abiertamente "si me cogen me dan de comer y si no me pillan, pues como".

Emilio se convierte en un ladrón profesional

Este abogado nos cuenta que como en todos los oficios y profesiones, al principio no tienes experiencia, eres novato pero poco a poco vas adquiriendo experiencia y aprendes a "atracar, los detalles relacionados con la seguridad, etc. Te profesionalizas. Cuando te cogen es porque tú bajas la guardia. Ya no tienes el mismo cuidado y al enemigo hay que tenerle siempre un respeto". Y para que no le pillaran, Emilio se movilizaba cada 6 meses, cambiando de lugar y tomaba precauciones como la de no gastar, porque explica que "robar, dentro de lo que cabe no es tan difícil. Lo difícil es gastarlo".

Pero, Emilio bajó la guardia y le pillaron. Le condenaron a 7 años de cárcel, pero consiguió un permiso a los 17 meses y se fugó. "Era un calvario, porque tenías que irte del país. Te podían pedir la documentación en cualquier momento". Entonces decidió irse a Uruguay y de allí, volvía a Europa porque “como las fronteras eran libres, pasabas a Portugal. Además, no había búsqueda internacional, la interpol no me buscaba. Pasaba, robaba y me volvía a Uruguay”. Todo lo hacía con otro compañero de atracos, con los que en total cometieron hasta 70 robos. "Atracábamos, repartíamos y cada uno por su lado".

Pero entonces, en 2008, cuando le detuvieron durante un atraco en Las Palmas de Gran Canaria, se dio cuenta que estaba cansado de ese tipo de vida. "También soy una persona y no puedes tener familia, ni mujer, porque claro, sin querer se dan cuenta del dinero que manejas. Además, tienes que estar siempre de un lado a otro". "Tampoco puedes dedicarte a los negocios".

Así que, reflexionó e hizo propósito de enmienda. Comenzó sus estudios durante su estancia en el centro penitenciario Salto del Negro en Gran Canaria. Allí, recibió todo el apoyo por parte de los funcionarios. Le dejaban incluso una zona en el comedor para poder concentrarse y estudiar. Y con la ayuda de la Pastoral Penitenciaria logró hacer frente a los pagos de la matrícula de Derecho por la UNED, comprar los libros y comenzar a poner codos.

Tardó 7 años en terminar la carrera. Pero, el tiempo iba pasando rápido. Sobre todo porque era consciente de que 27 años de condena "si no termino la carrera de Derecho no salgo nunca". Y así, cuando llegó al cuarto año de Licenciatura y egresó como abogado recibió dos felicitaciones muy importantes para él, la del Juez de Vigilancia Penitenciaria y la de Emilio Moya, presidente de la Audiencia Provincial de Las Palmas. "Son personas que creyeron en mí. Y me dieron permiso, luego me dieron el tercer grado, y así comenzó lo que es la reinserción".

Purgar y alcanzar la gloria

A pesar de lo que podamos pensar, para Emilio, no terminaba ahí su condena. Comenzaba, eso sí, un sendero, sobre el que debería ir plantando para poder recoger lo que sembraba, esta vez de vuelta a la luz. Pero antes de sembrar, hay que limpiar la maleza y lograr estabilizar la tierra. A eso se dedicó los siguientes años, ahora sí, con una vida de sacrificio, como la de cualquier mortal. "Iba a comer donde las monjitas, Carmen y Ana. Te daban una comida caliente y luego la leche. Se hicieron muy amigas mías. Una está ahora en Corralejo y la otra en Tenerife".

Emilio mantiene la comunicación con ambas. A ellas les debe poder tener cubiertas sus necesidades de alimentos para con la paga que recibía poder pagar la habitación. De ahí, comenzó a tener casa, un despacho y comenzaron a llegar los clientes. Reconoce Emilio que "siempre los comienzos son difíciles, pero no puedes perder la fe en ti mismo. Yo quería reinsertarme, recuperarme y ahora todo el mundo está orgulloso de mí. Nunca he perdido la fe, porque siempre seguí a Jesús". Confiesa que no sólo es católico y cristiano, sino que incluso, antes de comenzar a trabajar en la casa de automóviles, estuvo en el seminario en Cáceres.

Una vez alcanzada la gloria, Emilio Collazos ayuda ahora y guía a quienes lo necesitan, quienes como él, han cometido un error fatal y pagan por ello. "A mí me gusta sacar gente de la cárcel. La firma más bonita es de de los magistrados cuando firman una libertad. Ellos tienen confianza en mí, porque yo he hecho la carrera dentro y conozco cómo se trabaja con los presos. Si tienes un buen comportamiento puedes tener una nueva oportunidad y eso es fundamental. Tú le ayudas pero son ellos (los presos) los que se ganan con su conducta esa segunda oportunidad”. Y hasta el momento, ninguno de los internos a los que ha ayudado –nos dice- le ha fallado.

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