Una mujer observa el estado del tren de Santiago

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ASEGURA QUE "SON HÉROES"

Coordinadora de asistencia psicológica: "El duelo por las víctimas puede alcanzar entre dos y tres años"

Ana Martínez, coordinadora de asistencia psicológica a los heridos de la tragedia de Santiago, ha explicado las situaciones emocionales en las que se pueden ver expuestos todas aquellas personas que hayan tenido relación con el suceso. Defiende que el apoyo de parientes y círculo de amigos debe ser igual de intenso en los primeros días que en las fechas siguientes.

Ana Martínez, coordinadora de asistencia psicológica a los heridos del accidente ferroviario y a familiares de las víctimas de la tragedia de Santiago, confiesa que lo acontecido en la tarde noche de este 24 de julio ha sido "muy duro" y el duelo puede alcanzar "entre dos y tres años". "Normalmente es así", cuenta, aunque dice que se trabaja con este período, que es "amplio", pero en realidad "puede ser tanto menos como más tiempo, y es normal" puesto que entran en juego por ejemplo las circunstancias personales o vitales en las que se encontrase cada persona.

Los consejos son personalizados y, además, no siempre se pide el apoyo de un profesional: "La situación es dura, sí, pero eso no quiere decir que todo el mundo vaya a necesitar asistencia psicológica. Y, si la necesita, entra dentro de la lógica". Los parientes y el círculo de amigos, apunta Ana Martínez, sí "es bueno" que se mantengan al lado de los afectados, no solo en los primeros momentos, es decir, "que sigan estando ahí, porque esta es una situación que se sostiene en el tiempo y los familiares van a seguir necesitando ayuda más allá de los primeros meses".

Lo explica: "Una cosa es que tú entiendas de cabeza qué ha pasado, y otra cosa es que entiendas emocionalmente qué ha pasado. Es un proceso distinto. Hasta que no lo entiendes emocionalmente no acabas de ser consciente de la pérdida o de las pérdidas". Los profesionales que se han implicado estos días en todo tipo de tareas también pueden ver alterado su estado anímico. De hecho, los dispositivos de emergencia, normalmente cuando intervienen ante un caso tan grave, son conscientes de que después van a necesitar refuerzo.

"Es lo adecuado y lo higiénico mentalmente. Estamos todos muy impactados y agotados, y sabemos que una vez que demos por cerrado esto vamos a tener un proceso de autocuidado. Nos notamos ahora mismo tocados, todos, de alguna manera. Unos de una, otros de otra, pero a todos nos afecta". A los vecinos de Angrois, en las inmediaciones de Santiago, donde se produjo el accidente, también les pasará. Muchos de ellos han podido ver la muerte de cerca. "Y el hecho de tener un contacto tan directo influye. Sobre todo entre quienes bajaron a las vías. Fueron escenas muy duras".

Pueden tener la satisfacción, concreta esta experta, de haber ayudado, pero eso "no implica que sean inmunes". "Son como héroes, porque sí, es así. Actuaron de una manera instintiva y ayudando sin pensar en nada más. Pero claro, las imágenes y la situación a la que se expusieron, pues seguro que les puede crear algún tipo de problema, que también es normal, y digo problema entre comillas".

Se refiere a que en sus mentes se repitan ciertas instantáneas, a que tengan "metidos olores" en su interior, a que puedan pensar qué hubiese pasado si el Alvia que cubría la ruta Madrid-Ferrol llegase a caer encima de sus casas, a problemas de sueño, o "para comer o dormir", "que se sientan más nerviosos...", etcétera.

Ana Martínez está convencida de que lo ocurrido se recordará durante "mucho, mucho, mucho, mucho tiempo. Era algo totalmente impensable que pudiese pasar algo así. ¡Un accidente de tren de estas características! Increíble". Los familiares acuden estos días al pabellón deportivo de Rosalía de Castro para recoger los enseres de los suyos, y, en contra de lo que pudiese parecer, están deseando que haya en este recinto algo que recuperar porque "para ellos es algo reconfortante. Es doloroso pero, al mismo tiempo, reconfortante. Pueden llevarse algo de su familiar".

Con la identificación de los 79 fallecidos, la evolución entre aquellos a los que les toca directamente empieza a ser distinta: "Una vez que saben la noticia se relajan entre comillas. Se quedan más aliviados y lo único que esperan ya es poder llevarse a su familiar para darle entierro".

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