Personas sin hogar
Centros de acogida solo para mujeres: "No comparto porros y no quiero poner 5 o 10 euros para cocaína"
Aumenta las personas sin hogar en situación de calle en casi un 25%. En España hay alrededor de 37.000 personas sin un sitio donde refugiarse del frío o la lluvia.
Publicidad
La mayoría de las personas sin hogar son hombres, un 76,7%, pero desde hace 10 años crece el número de mujeres sin techo en un 23,3 %. Existen para ellas albergues, pero no se sienten seguras. Un alto porcentaje, un 47%, ha sufrido una agresión, muchas veces sexual.
Por eso se aferran en la calle o en pisos ocupados a un protector, otro hombre, que habitualmente también las maltrata. Es el caso de Marta, desde muy pequeña, en su casa, veía como su padre golpeaba a su madre. Recuerda como sus hermanos mayores presenciaban las palizas como si estuvieran viendo un vídeo de youtube.
Ha tenido tres parejas y con las tres ha repetido el patrón que presenció en su casa. Los tres la maltrataron. La enfermedad, padece diabetes, y cuatro embarazos, le llevaron a perder el trabajo y a tener que salir de casa con sus niños. Al no poder mantenerlos los ha perdido y están bajo tutela. Para olvidar y mitigar sus dolores empezó a consumir cannabis, después vino la cocaína, el alcohol... las malas compañías, los pisos ocupados y la calle.
Tocó fondo y decidió aceptar lo que una trabajadora social le ofreció; una plaza en un centro de acogida solo para mujeres en Madrid. Solo había plaza para 35, pero lo consiguió. Gracias a las trabajadoras sociales y a la esperanza de volver a ver a sus hijos ahora ya no consume, está estudiando y espera poder mudarse a un piso tutelado con más autonomía.
Marta comparte residencia con otras mujeres, algunas con una salud pésima tras años de consumir toda clase de drogas. La desintoxicación es uno de los objetivos de este centro, pero al ritmo de la mujer y si ellas lo deciden. Son años de vivir en la calle. La adaptación es muy lenta. Adaptación a horarios, a hábitos de higiene, a normas para relacionarse con otras personas sin miedo a ser agredidas. Pueden entrar y salir del centro, pueden consumir, siempre fuera de él. Pero si necesitan, por ejemplo, metadona para desintoxicarse de la heroína, pueden hacerlo en este refugio, porque está prescrito por un psiquiatra.
Las salas del centro se adaptan a sus necesidades. Acostumbradas a dormir por el día y despiertas por la noche, la mayoría tiene los bioritmos cambiados. Son noctámbulas que usan la sala de juegos para reunirse hasta altas horas de la madrugada. Ya no son fantasmas que deambulan sin que nadie las vea. Ahora son mujeres que poco a poco han vuelto a nacer.
Publicidad