Verano
Las carabelas portuguesas vuelven a obligar a izar la bandera roja este verano en las playas del norte peninsular
El aumento de temperatura del mar y los cambios en las corrientes marinas favorecen la proliferación de estos organismos, altamente urticantes, en Galicia, Asturias y el País Vasco.

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Las carabelas portuguesas han irrumpido, un verano más, en el litoral del norte peninsular. Su presencia, detectada en las últimas semanas en más de una veintena de playas de Galicia, Asturias y Euskadi, ha obligado al cierre del baño en zonas como Valdoviño, Gijón, San Sebastián o Ribadeo, donde se han izado banderas rojas ante el riesgo de contacto con estos peligrosos organismos marinos.
A simple vista, muchos las confunden con medusas, pero la carabela portuguesa, cuyo nombre científico es Physalia physalis, es en realidad un hidrozoo colonial, formado por distintos individuos que cooperan entre sí. Lo más visible en superficie es su característica vela azul violácea, que le permite desplazarse impulsada por el viento. Sin embargo, lo más peligroso permanece bajo el agua: largos tentáculos, que pueden alcanzar entre 10 y 30 metros, cargados de células urticantes capaces de producir una picadura similar a una descarga eléctrica o una quemadura severa.
"Las carabelas portuguesas no son medusas, aunque lo parezcan. Son una colonia de células especializadas organizadas bajo un flotador. Algunas de esas células, los estatocistos, funcionan como una especie de arpón que inyecta una toxina al entrar en contacto con la piel", explica Alfredo López, biólogo de la Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños (CEMMA) y responsable de educación ambiental. Según López, su aparición en Galicia era, hasta hace poco, un hecho excepcional. "Solo llegaban arrastradas por vientos fuertes del suroeste, pero ahora su presencia es cada vez más habitual, debido tanto al calentamiento generalizado del agua como a los cambios en las corrientes marinas, especialmente en verano".
La alerta ha movilizado a los servicios de socorrismo y emergencias en todo el litoral afectado. En la playa de A Frouxeira, en Valdoviño (A Coruña), el socorrista Diego Montes confirma que esta semana se ha tenido que izar la bandera roja tras retirar decenas de ejemplares de la arena. "Lo más extraño es que el viento sopla del nordeste y el agua está bastante fría, lo que normalmente dificultaría su llegada a esta zona. Pensamos que puede haber alguna corriente marina que las esté arrastrando hasta aquí. Lo que sí está claro es que están presentes y en grandes cantidades".
A pesar de que en esta playa todavía no se han registrado picaduras, los equipos de rescate insisten en recordar la peligrosidad del contacto con estos organismos. "La gente no es consciente de que incluso muertas o aparentemente inertes, sus tentáculos siguen siendo urticantes durante más de 24 horas", advierte Montes.
En otros puntos del norte peninsular, como en las costas vascas, se han contabilizado ya más de una docena de afectados, dos de ellos trasladados a centros sanitarios. Las autoridades insisten en que no hay que subestimar el riesgo: los tentáculos pueden quedar flotando en el agua o depositados sobre la arena, invisibles a simple vista, y provocar una reacción inmediata en caso de contacto. En los casos más leves, la picadura puede causar dolor intenso, erupciones o irritación cutánea. En los más graves, vómitos, espasmos musculares, fiebre o reacciones alérgicas severas que requieren atención médica urgente.
El protocolo ante una picadura es claro. No debe aplicarse agua dulce ni frotar la zona afectada. Lo adecuado es lavar con agua de mar, retirar cuidadosamente los restos con pinzas o guantes gruesos y aplicar frío local mediante hielo envuelto en un paño. La desinfección debe realizarse con alcohol yodado, varias veces al día, durante los días posteriores. Si aparecen síntomas más serios, se debe acudir inmediatamente a un centro médico.
La proliferación de carabelas portuguesas no es un hecho aislado, sino una consecuencia directa del cambio climático. Este verano, la temperatura del mar Cantábrico ha alcanzado valores récord, superando los 26 ºC en la costa vasca. A este fenómeno se suma la reducción de sus depredadores naturales.
"La carabela portuguesa es un ejemplo de cómo el ecosistema marino está cambiando rápidamente. No solo por la temperatura, sino por la pérdida de biodiversidad. No es un visitante ocasional, sino una señal de alerta", concluye Alfredo López.
Con las playas del norte en estado de vigilancia y la incertidumbre sobre la evolución de estos fenómenos, los expertos insisten en la importancia de extremar las precauciones, evitar el contacto directo con cualquier organismo marino desconocido y seguir siempre las recomendaciones de los socorristas y autoridades locales.
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