El abuso, una mala prescripción o la automedicación. Así, las bacterias, los microorganismos, aprenden a resistir y a defenderse de los antibióticos.
La Organización Mundial de la Salud ha sido contundente: esa resistencia es una amenaza para la salud pública. Ni un país se libra. En todos se han encontrado bacterias cada vez más resistentes a los medicamentos.
Los médicos advierten que muchos pacientes presionan para conseguir ese tipo de receta pero recuerdan que la mayoría de las infecciones no necesita antibiótico.
José María Molero, médico de familia y especiales en enfermedades infecciosas, asegura que el 80 por ciento de las infecciones son respiratorias y no necesitan antibiótico.
Un uso indebido provoca mayores riesgos: infecciones más difíciles de tratar y estancias más largas en el hospital aunque, a veces, seamos poco conscientes. Muchas personas dicen que en cuanto se encuentran mejor abandonan el tratamiento y otros reconocen que se automedican.
Esas malas prácticas, además, dañan la salud de los demás porque esos gérmenes ya tienen memoria. El doctor Molero nos explica que tosiendo o estornudando transmitimos gérmenes que ya han desarrollado una resistencia.
Insisten en que hay que cumplir la dosis y duración prescrita para que esos fármacos no pierdan eficacia.