Obesidad infantil
En el mundo hay más niños obesos que con bajo peso: "La desnutrición está conviviendo como epidemia con el sobrepeso"
Las alarmas de la obesidad infantil retumban ya en todo el mundo y esta epidemia pasa a ser la forma más predominante de malnutrición.

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En tiempos en los que el 'running' es un mandamiento, la cultura 'healthy' una obligación y lo 'bio' una responsabilidad, parece imposible que, por primera vez en la historia, en el mundo haya más niños con obesidad infantil que con bajo peso. Como consecuencia, la obesidad pase a ser la forma más predominante de malnutrición, con excepción de los países del África subsahariana y de Asia meridional, según un informe publicado por UNICEF.
Desde la Newsletter de Antena 3 Noticias, nos hemos puesto en contacto con Santiago Felipe Gómez Santos, director global de Investigación y Programas de la Gasol Foundation, para analizar cómo se ha llegado a este punto: "Es una situación que llama mucho la atención. De hecho, ese incremento del sobrepeso y la obesidad a nivel mundial se debe a un incremento muy relevante de esta epidemia en países de medios y bajos ingresos. En países de altos ingresos ya hace un par de décadas que se había declarado como una epidemia. Ahora, preocupa mucho, que en países de medios y bajos ingresos actualmente el bajo peso y la desnutrición estén conviviendo como epidemia con el sobrepeso y la obesidad, otra forma de malnutrición".
La directora ejecutiva de UNICEF, Catherine Russell, indicó que "cuando hablamos de malnutrición, ya no nos referimos solamente a los niños y niñas con bajo peso. La obesidad es un problema cada vez más alarmante que puede tener consecuencias negativas para la salud y para el desarrollo de la infancia". Pero, ¿dónde está el problema? ¿Llevan los niños una vida más sedentaria que antes? ¿Es culpa de una mala alimentación?
En el documento de UNICEF se expone que la alimentación de los niños no es el resultado de una elección personal, sino que se ve afectada por entornos alimentarios no saludables con predominio de alimentos ultraprocesados. Además, la publicidad en los medios digitales permite a la industria de alimentos y bebidas acceder "fácilmente" al público joven.
Desde la Gasol Foundation detectan cuatro grupos de factores: "Uno es la alimentación, otro la actividad física versus el sedentarismo. Dentro de ese sedentarismo está el uso de pantallas, pero también está el sueño. Hay mucha literatura científica que asocia directamente el no cumplir las recomendaciones de sueño con la obesidad infantil y otro es el bienestar psicológico", enumera Santiago Gómez para insistir en uno especialmente: "El uso de pantallas impacta sobre los otros tres".
El acento lo ponen sobre las pantallas porque cuando los niños pasan más tiempo frente a una pantalla resta minutos de juego físico activo, pero también porque estás más expuestos a consumir alimentos que tienen más marketing que cualidades saludables. Además, estos mismos niños que pasan demasiado tiempo frente a las pantallas suelen tener peores hábitos de sueño.
Otro de los factores que destacan es el bienestar psicológico, y también aquí las pantallas juegan un papel importante. "Lo que nos demuestran estudios en EE.UU. es que desde el 2010 se ha producido un incremento muy relevante de los niveles de ansiedad y depresión. Aquí en España, a través del estudio Pasos de la Gasol Foundation, hacemos un cuestionario de calidad de vida y hay una pregunta clave que es si se sienten tristes o infelices en su vida. Hicimos este estudio justo antes de la COVID en 2019 y después en 2022 y entre esos dos años hemos visto un incremento de 14 puntos porcentuales entre los niños y niñas y adolescentes que declaran sentirse preocupados, tristes o infelices. Antes de la COVID esa cifra era inferior a un 20% de la población, ahora es superior al 33% de la población. Ha sucedido algo durante esos tres años que se relaciona directamente con sus niveles de preocupación tristeza o infelicidad, y lo que ha sucedido es que ha habido un cambio radical en las relaciones sociales y un incremento muy relevante en el uso de las pantallas, que es un instrumento que tiene la capacidad de generar ansiedad en los niños, niñas y, sobre todo, en adolescentes. Por lo tanto, es muy importante reducir el uso de pantallas si queremos que los niños y niñas crezcan con un mayor nivel de bienestar". De ahí que nuestro experto insista: "La mejor recomendación que podemos dar a las familias es que amen muchísimo a sus niños y niñas".
Porque en esta epidemia de los kilos hay que tener también mucho tacto cuando de niños se habla, y sobre todo "es importante evitar el estigma". Y añade Gómez: "Porque la complexión del niño sea compatible con sobrepeso u obesidad, no hay que hacerle sentir estigmatizado ni mucho menos ponerlos a dieta. Lo que hay que tratar es intentar que encuentre un estilo de vida más saludable. No hay que trabajarlo desde un estigma y una restricción que está muy asociado a la palabra dieta, sino que hay que tomarlo como la introducción de una alimentación saludable y hacerlo a través de la diversión, de motivarlo, de involucrarlo... porque si no, seguramente no vamos a conseguir el objetivo y vamos a conseguir que se sienta estigmatizado y sienta malestar psicológico".
Y no podemos olvidar que, aunque la obesidad es "una epidemia en cualquier nivel socioeconómico, está más desbordada a menor nivel socioeconómico. Esto no quiere decir que niños y niñas que crecen en entornos más favorecidos no tengan riesgo de acabar desarrollando sobrepeso u obesidad, pero ese riesgo es más bajo. Hay un fuerte componente socioeconómico que por una cuestión de justicia social debemos abordar y prevenir", pide Santiago Gómez.
"En la epidemia de la obesidad infantil en España hay un fuerte ingrediente socioeconómico. En entornos de mayor vulnerabilidad socioeconómica es donde encontramos cifras de sobrepeso y obesidad superiores al 50% o incluso cercanas al 60%. Cuando en la población en general está en torno al 30 o 35% de la población de 8 a 16 años. Sí que hay personas que han optado por cuidarse mucho y practicar deporte muchas horas a la semana, siguen una alimentación saludable, tienen sus propios recursos para gestionar los picos de estrés, pero hay una gran parte de población que no tiene acceso ni posibilidad a ese tipo de cuestiones. Viven en barrios en los que es difícil la práctica de actividad física, donde el acceso a los alimentos saludables también es dificultoso y viven en unas condiciones de trabajo y vivienda donde lo más normal es tener niveles de ansiedad muy elevados. Por lo tanto, yo diría que lo que está sucediendo es que cada vez está creciendo más la desigualdad socioeconómica en la historia de la obesidad infantil y eso hace que cada vez haya más niños y niñas en situación de vulnerabilidad socioeconómica que presentan esta situación de salud".
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